Potenciada por todo tipo de IA, el fenómeno de la infodemia avanza y su impacto se expande en todos los sectores de la sociedad. Adrián Pino, especialista en desinformación becario del CONICET y fundador de Proyecto Desconfío, advierte sobre los peligros y desafíos que enfrentamos en la era de la información masiva.
Vivimos en una era en la que encontrar información parece no ser un problema. La tenemos al alcance de la mano, literalmente en lo que casi es una extensión del cuerpo humano: el celular. El problema es cómo discernir si esa información que obtenemos es cierta o no. Noticias verdaderas, medias verdades y mentiras completas circulan a una velocidad nunca antes vista. El volumen de contenido que consumimos es tan grande, que muchas veces es difícil discernir qué es cierto y qué no.
En Argentina, aunque los niveles de desinformación no son tan altos como en otros países de la región, el problema es palpable y va en aumento. Un ejemplo claro fue la última campaña electoral de 2023, donde circularon noticias falsas que impactaron en el debate público. Sin embargo, este no es un problema exclusivo del ámbito político. En diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, Adrián Pino, comunicador social especializado en análisis de datos y desinformación, explica: “Nos hemos acostumbrado a convivir con la desinformación. Circula casi en la misma proporción que el contenido confiable, lo que hace necesario reforzar las habilidades digitales de la población”.
La inteligencia artificial (IA) juega un papel crucial en este nuevo escenario. A medida que estas herramientas se vuelven más accesibles, también aumenta su potencial para generar desinformación. Aunque las deepfakes aún no se utilizan masivamente en campañas de desinformación, Pino destaca que el problema está en otro lado: “Las campañas que llamamos cheapfakes es decir, contenidos falsos y baratos como mensajes de WhatsApp o tweets, ya están siendo alimentadas por inteligencia artificial para generar versiones variadas de un mismo contenido”. Esto significa que, aunque con la IA no se esté produciendo aún piezas extremadamente sofisticadas, sí está contribuyendo a la expansión rápida y barata de noticias falsas.
La paradoja de la desconfianza
Uno de los efectos más preocupantes de la desinformación, remarca Pino, es el aumento de la desconfianza generalizada. Con tanta información circulando, muchas personas optan por no creer en nada o desconfiar de todo lo que ven en internet. Esto genera un ambiente en el que las democracias y el periodismo se ven perjudicados. “Se desconfía de todo y de todos. Eso, como actitud, podría parecer positivo, pero a largo plazo es negativo, porque erosiona la confianza en las instituciones”, alerta Pino.
Además, la saturación informativa ha llevado a que las nuevas generaciones, en particular los jóvenes, elijan eludir las noticias. Este fenómeno de “fatiga informativa” plantea un desafío mayor para el periodismo, que lucha por mantener su relevancia en un mundo donde el volumen de contenido es abrumador.
Pino señala otro factor clave en esta problemática: el rol de las plataformas digitales. “Estas compañías, que cuentan con enormes capacidades tecnológicas, podrían hacer mucho más para frenar la visibilidad de contenidos falsos. Esperamos mucho más de los gigantes digitales. Tienen la capacidad para bajar la visibilidad de contenidos de dudosa calidad, y sin embargo, no lo hacen”, critica Pino.
La solución, según el especialista, no es solo tecnológica, sino también social. “Es necesario educar a la población en habilidades básicas para detectar desinformación, cómo analizar la fuente y hacer una pausa antes de compartir un contenido para revisar quién me lo envió y cuál es su fuente. Esto es más importante que cualquier tecnología que pueda surgir”.
El futuro de la lucha contra la desinformación
La desinformación es un problema complejo que requiere un abordaje interdisciplinario. Pino lo sabe bien, ya que dirige proyectos donde sociólogos, periodistas y expertos en tecnología trabajan juntos para monitorear y procesar grandes volúmenes de información. Estas colaboraciones están en crecimiento en América Latina, y son clave para generar soluciones efectivas.
En este marco, surge la Cumbre Global de Desinformación, un evento anual que este año se realizará de forma online y gratuita los días 18 y 19 de septiembre. Organizada por Proyecto Desconfío, junto a la Sociedad Interamericana de aprenda y Fundación para el Periodismo, la cumbre reúne a expertos de todo el mundo para analizar estrategias efectivas para combatir la desinformación.
“Este encuentro nos permite ponernos al tanto de las herramientas y estrategias que se están creando para frenar la desinformación. Es una oportunidad para que periodistas, académicos y plataformas digitales intercambien experiencias y trabajen en conjunto”, concluye Pino, quien resalta la importancia de detenerse, reflexionar y educarse para contar con las armas más poderosas a la hora de combatir el engaño digital.
Magalí de Diego (Agencia CTyS-UNLaM)