La provincia de Buenos Aires tiene un increíble patrimonio paisajístico que vale la pena recorrer a través de fotos y testimonios, cosa de tomar nota para cuando se pueda volver a viajar.
El patrimonio paisajístico de la provincia de Buenos Aires atesora árboles testigos de hechos emblemáticos de la historia nacional, parques diseñados por innovadores paisajistas durante la primera mitad del siglo XX y ciudades que hicieron de la forestación su principal rasgo urbanístico.
Este domingo se celebrará el Día Mundial del Árbol, motivo oportuno para conocer los secretos de la añosa arboleda de plazas, calles y jardines de cuatro municipios bonaerenses.
La Plata
El aroma a tilo y la alfombra de flores violetas de jacarandá sobre la diagonal 73 caracterizan a La Plata durante la estación primaveral. También son postales de la ciudad las plazas ubicadas en la intersección de cada avenida y el Paseo del Bosque con eucaliptos y robles de más de cien años.
En las primeras décadas de la fundación de La Plata (1882) las calles estaban forestadas solo con palmeras. “Recién entrado el siglo XX empezaron a plantarse tilos, jacarandás y plátanos. El interés por el arbolado adquirió mayor centralidad cuando se iniciaron los festejos por el Día del Árbol”, precisó Nicolás Colombo, autor del libro “Misterios de la ciudad de La Plata”.
En el marco de esa festividad nacional, “se declaró al ombú como árbol patrono de La Plata por tratarse de la capital provincial y el ombú ser típico de la provincia y la región pampeana”, explicó Colombo.
También reveló que en esta ciudad nació la propuesta para declarar al ceibo como flor nacional y que fue la primera del país en tener un jardín botánico. “Fue creado por el botánico Carlos Spegazzini en 1891, varios años antes que el Jardín Botánico de Carlos Thays en Ciudad de Buenos Aires”, detalló el integrante de “La Plata, ciudad oculta”, grupo que realiza recorridas históricas por la capital bonaerense.
Azul
El parque municipal Domingo F. Sarmiento de Azul se ubica a orillas del arroyo Azul, cuenta con una superficie de 22 hectáreas y con más de 300 especies arbóreas que se pueden conocer a través de un recorrido por puentes y senderos.
Fue inaugurado el 10 de octubre de 1918 y diseñado por el paisajista Ángel Salas junto con Antonio Aritzia, de acuerdo al relevamiento sobre patrimonio vegetal del parque que elaboró la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN).
En el sector La Loma se encuentra un retoño del pino de San Lorenzo que, según datos de la UNICEN, la ciudad de Rosario (Santa Fe) habría regalado a la ciudad bonaerense. En 1937 se plantó en el parque y en 1941 fue declarado como Árbol de Azul.
Mientras que en 1946 el pino de San Lorenzo original, ubicado en el municipio de San Lorenzo (Santa Fe), recibió la declaratoria de Árbol Histórico Nacional porque bajo su sombra el general San Martín dictó al teniente Mariano Necochea el parte sobre el triunfo de la Batalla de San Lorenzo en 1813.
Las columnas de la entrada fueron diseñados por el ingeniero Francisco Salamone, quien también construyó el famoso portal del cementerio y el matadero de la localidad.
El estilo de Thays en Tornquist y Lobos
El paisajista francés Carlos Thays dejó su legado en parquizaciones de estancias y espacios públicos de la provincia de Buenos Aires, entre finales del siglo XIX y principios del XX. Fue un pionero en el paisajismo vernáculo y su estilo se caracterizó por la combinación de líneas curvas y rectas, la presencia de estanques, fuentes o espejos de agua y un profundo conocimiento de la flora autóctona.
Thays diseñó la plaza Ernesto Tornquist que se construyó alrededor de la iglesia Santa Rosa de Lima del municipio homónimo. El predio contaba con un arbolado perimetral de Pinus Halepensis “para contener el azote de los vientos y proteger las plantas internas”, explicó Mariano Spaltini del museo municipal Casa de la Historia.
El parque tiene senderos arbolados y un puente que atraviesa el lago con espacios para sentarse y hacer una pausa natural.
En Lobos, el paisajista galo dibujó con precisión y creatividad los jardines de la estancia La Candelaria. El parque tiene más de cien hectáreas y 240 especies vegetales.
El 80 por ciento de los árboles fueron plantados en edad adulta y de esa manera se logró un paisaje imponente desde el inicio del proyecto. Se caracteriza por su forma irregular que genera en los visitantes la sensación de constante descubrimiento.
Además, durante el tour botánico los turistas se enamoran de la gama de verdes de la pampa húmeda.
El castillo de estilo normando y las calles de la estancia están rodeados por araucarias, palmeras, casuarinas, cedros, pinos y ombúes. Son el marco de un cuadro perfecto.
Cuatro municipios que proponen un itinerario de conexión con la naturaleza, para agendar y planificar una escapada cuando podamos volver a viajar.