Este domingo se realiza la última inmersión y transmisión en vivo de la expedición científica argentina que generó, como nunca antes, una revolución en medios, redes sociales y que cautivó a todo tipo de públicos. Tres de los integrantes de la misión comparten los grandes hallazgos, explican cómo sigue el proceso de trabajo una vez en tierra y cuentan por qué la experiencia “serán una bisagra en la vida profesional para muchos de los científicos”.
La aventura llega a su fin. Los más de 16 millones de visualizaciones acumuladas de todos los streamings y la enorme repercusión en medios y redes sociales de la expedición científica en el cañón submarino Mar del Plata sorprendieron a propios y extraños, eso está claro. Pero más allá del apoyo que recibieron los investigadores y de la enorme creatividad popular siguiendo las transmisiones en vivo, lo cierto es que el periplo del buque Falkor (too) deja, también, resultados muy satisfactorios a nivel científico.
“El balance es muy positivo y sorprendente. Las expectativas, y creo que es algo que también les pasa a mis colegas, se superaron ampliamente. Encontramos una mayor diversidad de especies de la que pensábamos. Y ni hablar de la posibilidad de verlos interactuar y estudiar su comportamiento en vivo”, resume con satisfacción el doctor Nahuel Farías, parte de la comitiva científica en el buque.
Varios de estos investigadores, o colegas de otros institutos y universidades, habían participado de las tres anteriores campañas oceanográficas durante 2012 y 2013. La diferencia es que, en aquellas oportunidades, se habían colectado especímenes con un sistema de redes y rastra.

“Fueron campañas muy productivas, que permitieron conocer distintos organismos y su morfología, entre otras características. Pero esto es otra cosa -valora Farías, investigador del CONICET, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM-. Fuimos testigos del comportamiento de estos animales, con una visión mucho más ecosistemática del panorama, además de descubrir nuevas especies. Podemos estudiar toda una diversidad de paisajes, fondos, fauna…es, realmente un oasis submarino”.
Multitud de saberes en un mismo lugar
El grupo de 25 investigadores a bordo incluye especialistas y expertos en todo tipo de especies, a esta altura famosas por las transmisiones. Eso incluye cangrejos, bivalvos, caracoles, camarones, langostas, corales, equinodermos, pepinos de mar y un largo etcétera.
“Cuando el ‘SuBastian”, el vehículo operado remotamente, volvía a la superficie, todo el plantel científico se encargaba de procesar las muestras para hacer un orden general- describe el investigador, con sede de trabajo en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (UNMDP-CONICET)-. Ese proceso incluye el clasificar especies. Si consideramos que puede llegar a ser una nueva, se lo guarda con un ‘nombre de fantasía’ para poder estudiarlo con más detalle en el laboratorio”.
Trazabilidad para el éxito
En esta línea, uno de los aspectos que más destacan los científicos es el de la trazabilidad. Dicho en otras palabras, que cada muestra que se obtenga esté debidamente etiquetada y clasificada y se detalle lugar y características -temperatura, presión, salinidad, entre otras- de donde fue recogida.
“Sin dudas, procesar el material obtenido es una de las tareas más exhaustivas. Lleva muchas horas, especialmente por este aspecto mismo de la trazabilidad”, remarca a la Agencia CTyS-UNLaM Ignacio Chiesa, investigador del CONICET con sede de trabajo en el CADIC CONICET, de Ushuaia.

En su caso, trabaja con un grupo de crustáceos anfípodos marinos. “Uno de los aspectos más importantes que nos dejan ‘SuBastian’, con estas especies y otras, es el poder observar las interacciones entre los distintos animales y su entorno, cómo funcionan y se desarrollan estas comunidades”.
Durante la expedición, además, se tomaron distintas muestras de agua y sedimento, para evaluar, entre muchos otros aspectos, la presencia de microplásticos y basura. “Una vez que volvamos a tierra, habrá que comparar lo que observamos en esta expedición con estudios hechos en otros cañones o regiones marinas del mundo, quedará para una etapa posterior. De todas formas, sabemos que la situación en cuanto a residuos es desastrosa, a niveles mundiales, y esto afecta directamente a ríos y mares. Es un problema grave, porque el consumo y producción de plásticos, por ejemplo, no se frena”, alerta.
Espiando en las profundidades del cañón submarino Mar del Plata
Diego Urteaga es doctor en el área de Ciencias Biológicas con sede de trabajo en el Museo Argentino de Ciencias Naturales. A bordo del buque, tiene, entre sus diversas tareas, una que es esencial durante las inmersiones: transmitir a los operadores del vehículo “SuBastian” qué muestras tomar, para dónde ir, cómo proceder en la enorme vastedad marina.
“En la sala de comando, donde están todas las pantallas, somos varios los investigadores presentes, que vamos cambiando según los turnos. Por un tema de agilizar la comunicación y que sea más claro y ordenado, es una sola voz la que tiene que transmitir instrucciones precisas a los operadores”, especifica.
Pero las labores, claro, no se limitan a eso. Urteaga es especialista en una clase en particular de moluscos marinos. Al igual que los otros investigadores, participa en el procesamiento del material que día a día el “SuBastian” recoge de las profundidades marinas.
“Los resultados provisorios son muy positivos principalmente porque el ROV nos permite observar a los individuos en su hábitat natural a gran profundidad. También estamos coleccionando nuevos ejemplares de especies halladas en nuestras campañas de 2012 y 2013. Esto me permitirá describirlas con mayor precisión”, detalla el investigador del CONICET a la Agencia CTyS-UNLaM.
¿Dónde van a parar todas las muestras?
Entre las cuestiones que más le llamaron la atención, Urteaga menciona el caso de las esponjas carnívoras. “Las esponjas comunes no tienen este comportamiento. Filtran el agua y tiene un sistema de canales internos que, al percibir presencia de alimentos, lo incorporan y llevan a sus tejidos -describe el experto-. En el caso de estas especies carnívoras, también lo hacen, pero además generan una sustancia pegajosa a la que quedan adheridos distintos organismos. La esponja crece por sobre ellos y los engloba, para digerirlos. No había registros de este comportamiento en el Cañón Submarino Mar del Plata y sus alrededores”, destaca.
Una de las consultas más frecuentes en medios y redes sociales es qué pasan con las muestras obtenidas en el cañón. “Con el proceso de trazabilidad debidamente ejecutado, se envasan y preservan para ser trasladas a las mesadas de nuestras instituciones. Ahí comienza un minucioso y sistemático trabajo que consiste en identificar cada uno de los ejemplares coleccionados. Y, luego, dar a conocer la información obtenida a la comunidad científica mundial a través de revistas internacionales- enumera Urteaga-. Todo ese material pasa a formar parte de una colección estable -por ejemplo, del Museo Argentino de Ciencias Naturales- que aseguran la correcta preservación de los ejemplares”.
Los detalles de las descripciones y la correcta preservación, asegura el científico, son claves. Sobre todo por si investigadores futuros desean consultar características no descriptas en los informes.
Un punto de partida
Farías, que tiene como uno de sus temas de estudio las teorías metabólicas ante el Cambio Global, destaca que toda la expedición sirve también para poder tener una suerte de “foto” o base de información. Esto permitirá entender posibles cambios en el tiempo.
“Estos sistemas dependen, entre muchos otros factores, de las corrientes antárticas circumpolares, que llegan de sur a norte, desde Malvinas, paralelas al talud- describe el doctor en Ciencias Biológicas-. Y esas masas de agua, que en algunos casos llegan casi a los cero grados, se cruzan con aguas más cálidas, que van de norte a sur. Esos frentes pueden tener incidencia en la composición y diversidad de la fauna y conocerlos es fundamental para entender posibles cambios en el tiempo”.

A largo plazo, se espera también expediciones en zonas vecinas u otros cañones marinos para estudiar, por ejemplo, patrones de diversidad de fauna y comparar similitudes y diferencias estructurales. “Todo esto es información de interés científico y público. Es maravillosa la sensibilidad que despierta en todos nosotros ver la naturaleza tan detalladamente en vivo. A eso hay que sumarle el carácter práctico. Antes de hacer cualquier modificación o impacto en este ambiente, entender qué es lo que se está disturbando y cuáles serían sus efectos”, remarca el experto.
Rendidos ante la estética marina
¿Cómo dimensionar las masivas repercusiones y el impacto positivo de esta expedición científica en el cañón submarino Mar del Plata? “En estos días ha sido todo tan intenso que, en la medida de lo posible, trato de disfrutarlo, porque es una experiencia realmente importante para nosotros- valora Chiesa-. Habrá un trabajo ahora, para otras disciplinas, de intentar entender por qué la comunicación y efectos en el público tuvo estas dinámicas totalmente inesperadas. Será todo un trabajo procesar, también, ese aspecto”.
Urteaga se suma y valora no sólo el buque, con calidades técnicas y tecnológicas superlativas, sino, también, la magia que generan las imágenes en públicos, especializados o no. “Son postales que asombran, sobre todo porque muestran formas de vida no habituales y lugares diferentes a los ambientes que conocemos. Es abrir una ventana a un mundo desconocido”, valora.
El científico del MACN, además, imagina que la dinámica de la transmisión también debe ser atrapante para públicos no formados en la materia. “Para quien se sienta con el mate en el sillón de su casa también debe ser muy atractivo, muy relajante. Este aspecto de sólo poder ver hasta donde la luz alcanza, el miedo a perderse algo que las cámaras registren…es parte del encanto”, analiza.
Una bisagra en la vida profesional
Farías, por su parte, lo resume en una idea: la de que este viaje “serán una bisagra en la vida profesional para muchos de los científicos”. “No se trata solamente de que la información que conseguimos en tan poco tiempo es inédita. O que nos permitirá trabajar el material durante muchos meses. Implica también que estos grupos de trabajo, interdisciplinarios y federales, habíamos estado estudiando estas especies desde hacía mucho tiempo. Pero tal vez nos faltaba este acceso directo al ambiente”.
El investigador de Mar del Plata valoró también el afecto que reciben de los espectadores de la transmisión y del público en redes. “Tal vez haya ahí una cuestión de ‘épica’, ¿no? De compartir la aventura, el deseo de saber, y de que estamos descubriendo nuevas cosas, ellos y nosotros, al mismo tiempo -analiza el científico-. Hay contactos con escuelas, que habían sido organizados previamente, y la verdad es que es muy emotivo ver las preguntas de los chicos, los agradecimientos de todo el público. Que la gente esté muy involucrada con lo que está pasando, a nivel personal es muy gratificante”.
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)










