El fenómeno meteorológico que se encuentra oculto en ‘El Grito’ de Munch

Investigadores de la Rutgers University apuntan que el cielo de la mítica obra muestra las raras “nubes nacaradas” características del frío invierno en el sur de Noruega.

“Estaba caminando por la carretera con dos amigos. El sol se ponía y sentí una ola de tristeza. El cielo se volvió de repente rojo sangre. Me detuve, me apoyé cansado en una valla y miré hacia las nubes rojas como sangre y lenguas de fuego. Mis amigos continuaron y yo me quedé parado allí, temblando de angustia, y sentí cómo un vasto e interminable grito pasaba a través de la naturaleza”.

El pintor noruego Edvard Munch (1863-1944) describió de esta manera, en una entrada realizada en su diario personal el 22 de enero de 1892, el origen de El grito, sin lugar a dudas su obra más icónica, realizada en 1893.

Los trazos de su pincel representaban la angustia y desesperación existencial de una persona con el paisaje de Oslo al fondo, visto desde la colina de Ekeberg, junto al fiordo de Kristiania. Abundantes colores cálidos, luz semioscura y un hombre gritando en un sendero vallado mientras otros dos individuos con sombrero se alejan.

¿De dónde salen esos colores?

El rojo sangre, las lenguas de fuego que surcaban el cielo, contribuyen a la sensación de ansiedad, a la cárcel interior en la que parece enclaustrado el protagonista del cuadro. Sin embargo, esa bóveda tricolor esconde algo más. “Son nubes nacaradas”, asegura Alan Robock, profesor de la Rutgers University.


Las nubes nacaradas (o nube estratosférica polar) se caracterizan por sus vistosos tonos pastel y se observan en raras ocasiones durante los fríos meses de invierno en el sur de Noruega. “Munch era propenso a pasar su tiempo al aire libre y en muchas de sus obras incluye representaciones de cielos y escenas campestres. Investigadores anteriores ya habían sugerido que el pintor pudo haber visto una puesta de sol volcánica generada por una erupción del Krakatoa en 1883 y reflejó ese recuerdo en el cielo de El grito”, escriben en un estudio publicado en el Bulletin of the American Meteorological Society .


 

“Las nubes nacaradas, por su parte, generan cielos muy dramáticos y son más notables a medida que se pone el sol, cuando el color se enrojece y ciertamente podría describirse como rojo sangre. “Este fenómeno se ha documentado en al menos cinco ocasiones en 1892, y son habituales en la zona donde residió el pintor”, señalan los expertos.

Fuente: La Vanguardia