La tercera fecha de la temporada 1994 de F1, sin dudas quedó marcada como la más trágica de la historia. Ese fin de se semana murieron Ayrton Senna y Roland Ratzenberger, pero además Rubens Barrichello sufrió un gravísimo accidente.
El fin de semana más trágico de la historia de la Fórmula 1 se dio en abril de 1994, por la tercera fecha de aquella temporada. Ese Gran Premio, que quedó marcado por las muertes de Ayrton Senna y Roland Ratzenberger, tuvo otro gravísimo accidenten en el que Rubens Barrichello estuvo al borde de perder la vida durante la primera práctica libre. Aquel viernes 29, el piloto brasileño se despistó en la Variante Bassa a 225 Km/h a bordo del Jordan-Hart y se estrelló de manera violenta, siendo el golpe más serio en su carrera deportiva. El piloto que en ese momento tenía apenas 21 años, aseguró tiempo después: “Morí durante seis minutos. Me apagué totalmente en el acto. Fue un impacto de 90G, 90 veces 72Kg. En el golpe me tragué la lengua. Qué un mes, más o menos, con memoria corta”.
Pese al terrible impacto, afortunadamente Barrichello solo sufrió una dislocación en una costilla y una pequeña fractura en la nariz. Ese fecha, Rubens no formó parte de la cerrera, que terminó siendo la más traumática de todas debido a los hechos del sábado y domingo. Para esa cita, el piloto oriundo de San Pablo llegó ocupando el segundo lugar del campeonato; tras un prometedor inicio de temporada. Antes de San Marino, había sido cuarto en el GP de Brasil, en Interlagos. En la siguiente competencia fue tercero en el GP del Pacífico, celebrado en Aida (Japón), logrando así su primer podio en la F1. A Imola no llegó con las mejores expectativas, debido a que el motor Hart que impulsaba al Jordan no se encontraba al nivel de Ferrari, Renault o Ford.
En los entrenamientos, Barrichello terminó en el décimo lugar, una buena posición teniendo en cuenta las expectativas del equipo para esa fecha, quedando a 2s9 de Ayrton Senna, que buscaba su tercera pole en el año. A pesar de la superioridad abismal de Williams en los años anteriores, el auto del equipo británico presentaba problemas en 1994, en gran parte debido al cambio de las normas. Buscando mejorar su marca, Rubinho decidió apostar en su capacidad para ir más rápido. Con la confianza en alza, el de San Pablo fue al límite en la rápida pista italiana. Sin embargo, no contaba con un bordillo excesivamente alto en la Variante de la Bassa, ubicada antes de la recta principal.
Barrichello entró en la curva a 225 km/h, su auto se elevó al tomar contacto con un bordo, con un desenlace que causó un gran silenció y preocupación en el ambiente. El Jordan golpeó con fuerza la barrera de neumáticos y la malla de protección. El auto volcó dos veces y cayó de costado. Rápidamente, los oficiales de pista llegaron al lugar del accidente, poniendo el monoplaza en la posición correcta, pero notaron que Rubinho no se encontraba bien. El Dr. Sid Watkins y su equipo, llegaron para ayudar al piloto. Según el médico, el piloto se había tragado la lengua y estuvo “muerto” durante unos minutos. La eficiencia del equipo de rescate fue fundamental, dada la violencia del impacto.
El brasileño fue atendido en el lugar durante 10 minutos y luego enviado al centro médico del circuito, donde recibió la visita de Senna, quien inmediatamente había abandonado el garaje de Williams para visitar a su amigo. El tricampeón se sintió aliviado: Rubinho estaba lesionado, pero consciente y su vida ya no corría peligro. Ayrton Senna se encargó de llavarle tranquilidad a la prensa al salir del sector de salud, destacando que Rubens Barrichello estaba bien. Luego fue trasladado al Hospital Maggiore de Bolonia, donde permaneció en observación hasta el día siguiente. El sábado, Rubinho volvió a la pista para seguir la actividad desde fuera y volvió a encontrarse con Senna.
“Estoy muy feliz de estar aquí. Dejo mi buen día a todo el pueblo brasileño, que vio el accidente. Vi lo mucho que sufrieron, pero agradezco todo lo que se hizo en la pista y a los fans. Ha ocurrido. Un día u otro iba a suceder… Son cosas de las carreras, pasa con Senna, pasa con Prost, ¿por qué no pasaría con Rubinho?”, dijo Barrichello el día en que tendría lugar otro accidente, esta vez con final trágico y la muerte del austriaco Ratzenberger.
A la mañana siguiente, Barrichello regresó a su casa en Cambridge, Inglaterra, donde vivía en ese momento. Desde allí vio la carrera en la que Senna perdería la vida al accidentarse en la curva Tamburello. Fue el cierre del fin de semana más trágico de la historia de la Fórmula 1.