Mates confeccionados con granadas, cascos, cartas y garbanzos con gasoil son algunos de los elementos protagonistas en los relatos de excombatientes, canalizados en un proyecto de investigación que propone recuperar recuerdos a 40 años del conflicto bélico.

Marcelo Miranda participó de la Operación Rosario (02-04-1982) como Teniente de Navío de la Primera Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros y piloto de un Sea Lynx a bordo del ARA Santísima Trinidad.

Todo comenzó con un viaje a Malvinas. En enero de 2020, el historiador y escritor Sebastián Ávila viajó de vacaciones a las Islas, pero su tránsito por allí marcó un antes y un después en su vida: como si se tratara de un museo al aire libre, recorrió los diversos campos de batalla donde, en 1982, se enfrentaron las fuerzas argentinas y británicas.
Allí, pudo apreciar un sinfín de objetos dispersos como zapatillas, artefactos, ponchos y artillería.

Ávila entendió que, para estudiar la historia de estos objetos, necesitaba complementarse con otras ciencias, y fue así que logró conformar un equipo interdisciplinario de especialistas en Arqueología de campos de batalla de distintas universidades nacionales, historiadores y documentalistas. Así surgió el proyecto “Objetos portadores de memoria: la Guerra de Malvinas”.

“Los humanos fijamos nuestra experiencia en los objetos desde la creación de nuestra primera herramienta. Somos una especie que habita entre y por las cosas, que son contenedoras de recuerdos, tienen una vida social”, comentó Alejandra Raies, investigadora en la Universidad Nacional de Luján (UNLU) e integrante del proyecto, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Parejas que se conocieron por cartas durante la guerra. Soldados que debieron enterrar a sus propios compañeros y, décadas después, fueron a despedirse de ellos en los mismos lugares. Un padre que, mientras llora, pinta la cruz roja en el casco de su hijo médico militar que partía hacia Malvinas. “Cada objeto es una historia y son miles de ellas las que configuran el mapa de una guerra y de unas Islas que estuvieron en sus corazones y en el de todos”, continuó la antropóloga.

Alejandra Raies (UNR): “Cada objeto es una historia y son miles de ellas las que configuran el mapa de una guerra y de unas Islas que estuvieron en sus corazones y en el de todos”.

Sin embargo, ante la dificultad de realizar arqueología de forma tradicional en las islas, como consecuencia del conflicto diplomático que aún se mantiene en torno a su soberanía, el equipo planteó que una forma posible de llevar a cabo el estudio era mediante entrevistas a veteranos en relación a los objetos vinculados a su experiencia, tanto de guerra como de posguerra.

“Mediante la documentación audiovisual de las entrevistas a veteranos, registramos y analizamos ese patrimonio material, que son los objetos, e inmaterial, es decir, la memoria, que poseen en relación con las experiencias personales de aquellos que combatieron”, explicó Carlos Landa, investigador en el Instituto de Arqueología de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA-CONICET) y parte de la iniciativa

En este mismo sentido, el experto amplió: “Observamos cómo, desde el uniforme hasta objetos pequeños como una estampita, un reloj, una carta o un simple papelito, permiten a los entrevistados recordar y narrar hechos que los marcaron durante los sucesos extraordinarios que les tocó vivir.

Muchos de esos recuerdos surgieron por primera vez durante los encuentros, puede deberse a la dificultad que implica recordar eventos que generaron estrés postraumático de guerra y una amnesia colectiva que intentó borrar sus experiencias durante los primeros veinte años de posguerra”.

Marcelo Miranda: “Inventamos una vincha kamikaze. La hicimos en la sastrería del buque con una cinta blanca y le pusimos un círculo rojo, que luego reemplazamos por el escudo de la escuadrilla”.

Costumbres argentinas, sostenidas, aun, en la guerra

Una lata de batata que se transforma en olla, un casco para freír torta fritas o un mate confeccionado con una granada junto a su bombilla hecha con una birome Bic son de los elementos más reiterados en las memorias colectivas de los partícipes. Elementos que, según los especialistas, se necesitaban para solventar actividades y prácticas tradicionales, propias de la cultura argentina.

En cuanto a los elementos personales, se destacan los sweaters, bufandas, libros, cámaras de fotos, objetos religiosos como rosarios, imágenes de la Virgen de Luján, y las radios. “También están presentes en los relatos objetos pequeños como cadenitas, estampitas, relojes, que no eran importantes en sí por su funcionalidad, sino por ser un regalo o portar alguna carga simbólica en relación a algún familiar, novia, amigo o pariente. Son expresión de una relación humana de gran valor para sus protagonistas”, aseguró el arqueólogo Juan B. Leoni (UNR-CONICET).

“El tenerlos o recordarlos, para aquellos que los perdieron o fueron requisados al ser capturados por los británicos, evocan lo más sensible de sus experiencias: sus sentimientos a seres queridos, el miedo de no verlos más, la angustia de no poder estar comunicados con ellos o no poder avisarles qué sucedía en su tránsito por las islas. Objetos y testimonios se fusionan generando en ocasiones lágrimas, sonrisas y silencios llenos de emoción”, afirmó el investigador.

Julio Mena y José Rizzo combatieron en las filas del Regimiento 6 como soldados conscriptos. Desde el año 2009 conforman, junto a otros veteranos de Luján, la Sala de Exposición Permanente Malvinas.

Una sociedad que no olvida

Para los investigadores, lo más importante es que los protagonistas están aun presentes, sentados frente a la cámara, con sus objetos desplegados sobre una mesa. “Pueden narrarnos en primera persona gran parte de los sucesos. Recuperar sus experiencias nos permite darles significado y entendimiento a aquellas prácticas humanas”.

“Si bien sería grandioso poder realizar trabajo de campo arqueológico en el territorio insular en donde esta guerra aconteció, como arqueólogos sabemos que estas labores son solo una parte de la investigación y que la aproximación a los hechos puede ser abordado desde múltiples formas. Una de ellas es la memoria. Una suerte de ‘excavación’ en donde los objetos colaboran al emerger de historias profundas”, rescató Landa.

“En este ciclo, descubrimos que todos los veteranos de guerra poseían objetos resguardados en museos personales; algunos, incluso, escribieron diarios de guerra que nunca antes habían sido compartidos ni publicados.

Desempolvaron viejas cajas para compartir lo que una vez había sido guardado bajo llave. También habían organizado museos colectivos junto a otros veteranos, con los que realizan tareas sociales”, apuntó Alejandra Raies.

“Cada individuo representa no una, sino muchas historias, y en esta guerra participaron miles de argentinos, en distintas situaciones, posiciones, en aire, mar y tierra. Cada uno de ellos peleó y continúa peleando sus propias batallas”, finalizó Landa

En el proyecto también participan los documentalistas Alejandro Ravazzola y Tomas Morrison. Cada semana, en el canal de YouTube del proyecto (“Objetos, Memoria, Malvinas”) se estrena una nueva entrevista, de las más de 30 realizadas en todo el ciclo por el equipo de investigación.

Agustina Lima (Agencia CTyS-UNLaM)