El barco de Greenpeace recorrió durante una semana las áreas donde se encuentran los bloques de la cuenca Argentina Norte adjudicados a la industria petrolera. Esta zona del Mar Argentino coincide con las áreas de alimentación y tránsito de la ballena Franca Austral y es de gran importancia para muchas especies emblemáticas del patrimonio natural argentino.
Las organizaciones de la sociedad civil Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) y Greenpeace recorrieron, a bordo del velero Witness, las zonas del Mar Argentino donde la industria petrolera planea realizar exploraciones sísmicas, a 300 kilómetros frente a las costas bonaerenses, de Río Negro y Chubut.
Integraron la expedición Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace, Hernán Pérez Orsi, activista y miembro de Greenpeace a cargo del área de investigación oceanográfica; y por parte del Instituto de Conservación de Ballenas participaron el Dr. Mariano Sironi, Director Científico y las investigadoras Dra. Carina Maron, Lic. Camila Muñoz Moreda y el investigador Dr. Luciano Valenzuela.
Durante la travesía, registraron la presencia de orcas, ballenas jorobadas, delfines oscuros, comunes, australes y lisos, además de unas 170 ballenas piloto, lobos marinos, pingüinos de Magallanes, albatros, petreles y otras aves marinas.
Además, se realizaron estudios preliminares de monitoreo acústico fuera de la zona económica exclusiva argentina para detectar la presencia de mamíferos marinos y otras especies, mediante los sonidos y vocalizaciones que emiten. Estas observaciones piloto se efectuaron por primera vez en el área. Ocurrieron en una región de aguas internacionales, donde está localizado el bloque CAN 114 y ya hay autorización para que las empresas petroleras realicen prospección sísmica, luego de que la justicia federal dejara sin efecto una medida cautelar que frenó el avance de la industria en la zona por un año.
Mediante el uso de un hidrófono, que funciona como un set de micrófonos sumergidos en el mar, se efectuó un reconocimiento preliminar del área previo a la realización de la actividad petrolera en la zona. Los datos podrían servir de línea de base para evaluar el impacto de esta actividad y generar un antecedente para futuras investigaciones científicas en la zona.
Luisina Vueso, de Greenpeace, mencionó que “algo muy interesante de conocer el océano, a través de un monitoreo acústico, es que el llamado de las ballenas y delfines, y el ruido propio del agua parecieran concentrar todo el sonido oceánico. Si comienza la exploración sísmica, los bombardeos acústicos van a enmascarar todos estos sonidos naturales, lo que implicará una verdadera disrupción a la biodiversidad”.
El Dr. Mariano Sironi, director científico del ICB, describe que “así como nosotros obtenemos la mayor parte de la información del medio que nos rodea a través de la vista, ballenas y delfines “ven” el mundo submarino a través del oído. Dependen de los sonidos para detectar presas y predadores, orientarse, comunicarse y reproducirse. El ruido de alta intensidad como el generado por las prospecciones sísmicas petroleras interrumpe estos procesos y puede tener efectos graves sobre la fauna.