Solemos estar muy pendientes de la cantidad de calorías que consumimos a través de los alimentos e incluso de las bebidas azucaradas. Sin embargo, por lo general no tenemos en cuenta aquellas asimiladas a través del alcohol.
Un estudio reciente realizado por la consultora Euromonitor, que incluyó a 24 países, concluyó que en casi todos se incorporaban más calorías a través de bebidas alcohólicas que por las azucaradas, con la única excepción de Taiwán.
Entre los resultados, se vio que Corea del Sur era el país que más azúcar consumía por bebidas alcohólicas, con un promedio de 118 kilocalorías diarias per cápita comparado con 44 calorías por bebidas azucaradas. Entre otras naciones relevadas se encontraban Rusia, China, India, Alemania, Reino Unido, España, Portugal, Italia y Venezuela. El país que menos kilocalorías presentó fue India, con un consumo de 12 por alcohol y 5 por bebidas con azúcar.
“El consumo en exceso de alcohol es negativo para la salud por múltiples aspectos: contribuye a formar un hábito adictivo, interfiere con el desarrollo de algunas estructuras del cuerpo y cerebro en los jóvenes, genera inconvenientes sociales y familiares y aunque a veces es olvidado, atenta contra una correcta nutrición y mantenimiento del peso corporal”, explicó Eduardo Kalina, especialista en adicciones.
Si bien el objeto de las campañas de concientización sobre el consumo de calorías suele poner el foco en los alimentos, la “comida chatarra” y las bebidas azucaradas, el alcohol conforma el aspecto primordial sobre el cual trabajar.
“Por este motivo, hay que sumar a los perjuicios que ocasiona el alcohol, como incremento del riesgo de padecer patologías renales, adicción, peligro al volante y riesgos en la salud, el de producir un impacto mayor en la ingesta calórica”, destacó Kalina, quien además es Profesor Titular del Postgrado de Adicciones de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador.
Muchas personas buscan mantenerse o bajar de peso mediante la disminución del tamaño de las porciones de las comidas o la ingesta de colaciones o snacks saludables, pero echan por la borda los esfuerzos realizados al incorporar bebidas alcohólicas sin pensar en las calorías que están sumando. A su vez, en opinión de distintos investigadores, el alcohol actuaría como estimulante del apetito, por lo que además de representar una ingesta de calorías en sí mismo, contribuiría a incrementar la sensación de hambre.
“En definitiva, lo importante es que las personas estén informadas, sepan que las bebidas alcohólicas aportan azúcares y calorías y que esto debe ser tenido en cuenta a la hora de delinear una alimentación saludable”.
En esta línea, un dato relevante es que las bebidas alcohólicas no llevan rotulado nutricional, es decir, no especifican en la etiqueta cuántas calorías y demás nutrientes aportan. Esto es algo que a criterio de los especialistas debería reconsiderarse, ya que desinforma y les genera la percepción a los consumidores de que el producto no tiene calorías, mientras que en la realidad es todo lo contrario.
“Además, entre quienes sí saben que están incorporando calorías, no tienen forma de saber en qué cantidad con exactitud, lo que además de ser perjudicial para ellos, puede generar verdaderos peligros en personas con diabetes, por ejemplo, ya que desconocen la cantidad de azúcar que están ingiriendo”, concluyó.