Los especialistas dijeron que la particularidad del último temporal fue que se extendió, tanto en la superficie que abarcó, como en el tiempo en el que se desarrolló y recomendaron hacer controles periódicos a las viviendas autoconstruidas.
“Lo que sucedió este fin de semana en AMBA y el interior de Provincia de Buenos Aires a nivel climático es lo que se conoce como un sistema conectivo de mesoescala (SCM) de gran intensidad, que se caracteriza por vientos extremos que en algunos casos superaron los 100 kilómetros por hora”, explicó Paola Salio, investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA, Conicet-UBA).
Salio, octora en Ciencias de la Atmósfera, explica que pese a que no es posible evitar que este tipo de eventos extremos causen daños, lo que sí se puede es tratar de minimizarlos.
“Por eso son prioritarios los sistemas de alerta de lo que dispone el Servicio Meteorológico Nacional”, indica la experta, según un comunicado del Conicet.
“Los sistemas de tormentas fueron pronosticados desde el viernes 15 de diciembre con diversas alertas naranjas”, agrega.
La particularidad de esta tormenta, según explica la especialista, fue que se extendió mucho en espacio -azotó varios cientos de kilómetros- y tiempo -duró cerca de diez horas-, por lo cual recibió el nombre de “derechos”.
“Los derechos se mueven muy rápidamente formando un frente de ráfagas que siguen la misma dirección que la tormenta y generan vientos muy intensos, aunque es importante señalar que muchas veces se asocia todo viento intenso a un tornado y eso es incorrecto”, afirmó.
Agrega que, dado que la tormenta se produjo durante la noche, la única forma de evaluar si fue o no un tornado es a través de los daños que produjo.
“Por los daños observados a través de medios de comunicación y redes sociales no hay evidencia de que haya ocurrido un tornado”, señala.
Salio subraya la importancia fundamental que tienen las investigaciones científicas en el campo de las ciencias de la atmósfera para optimizar el sistema de pronósticos, y destaca, en este sentido, una experiencia de investigación internacional de la que formó parte hace algunos años: Relámpago-CACTI.
“En el marco de este proyecto, que se lanzó en 2018, lo que hicimos fue realizar mediciones, con el objetivo de poder entender mejor las tormentas que ocurren en el centro de la Argentina y así mejorar la predicción meteorológica para disminuir los impactos sociales y económicos que tienen este tipo de eventos”, señala.
Más allá del evento climático, la caída del techo en el Club bahiense motivó a que la comunidad científica analice el fenómeno desde lo habitacional, agregó la información difundida por el Conicet.
Alberto Floreano, arquitecto, profesional principal del Conicet, coordinador del área de Sistemas y Componentes constructivos del Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE, Conicet-AVE) y especializado en viviendas “seguras”, señaló: “Por lo que se sabe por las noticias que vimos estos días, el derrumbe del techo que ocurrió este fin de semana en Bahía Blanca tuvo que ver más con el fenómeno climático que con una mala ejecución de la construcción del club”.
“Aunque es necesario advertir que generalmente, cuando se dan eventos así, las fallas no tienen que ver con los materiales que se utilizan en la construcción, sino al modo en que se los utiliza. Es decir que hay que construir siguiendo unas normativas que no siempre se llevan adelante para construir viviendas seguras”, agregó.
Y ejemplifica: “Si es una vivienda autoconstruida, deberían ir haciéndose controles técnicos asiduamente para corregir los puntos más difíciles de la construcción, como son la fundación, la parte estructural, verificar los encuentros de columnas y vigas, y la realización de la cubierta. En la mayoría de los sectores populares, por ejemplo, se construyen los techos con chapa liviana”.
“En esos casos, añade, e debería verificar el grado de firmeza que tiene esa estructura y la vinculación con el resto de la construcción existente, para evitar voladuras. Por eso es tan importante conectar el conocimiento técnico y el saber hacer que tiene la gente”.
Floreano, en su trayectoria como científico, integró la Red XIV G: Hábitat en Riesgo, programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, que fue reconocida por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (ISDR) con el Premio “Sasakawa” los aportes realizados.
“Llamamos vivienda ´segura´ a toda vivienda que reúne todo lo que haga a las normas del buen construir, si es un sistema tradicional de construcción. Y si es un sistema constructivo no tradicional, que cuente con su certificado de aptitud técnica: un certificado que dice que se reúnen las condiciones estructurales según se ubique en zonas sísmicas, y de ahí en más a todo lo que son los aspectos constructivos”, aclara.
En tanto, Verónica Bucalá, investigadora del Conicet y directora de la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI, Conicet-UNS) -un instituto de investigación, educación y desarrollo de tecnología con sede en la ciudad de Bahía Blanca- dijo que la tormenta del fin de semana fue “muy trágica y angustiante”.
“Sentí ráfagas muy fuertes de viento y vi por la ventana un árbol del vecino que se movía de lado a lado. Un rato después, como muchos bahienses, comencé a recibir noticias trágicas de las consecuencias del temporal en otros lugares, como el Club Bahiense”, describió.