La pregunta no parece nueva y pensar en los jóvenes del mañana y su exitosa incorporación al mercado laboral es casi utópico, más teniendo sobre la mesa datos concretos que nos dicen que este es un problema urgente que debemos resolver ahora. Los conocimientos, habilidades y herramientas que hoy requiere el mercado laboral lejos están de la realidad de millones de jóvenes que buscan incorporarse al mundo del trabajo o emprender.
Existen nuevos desafíos, retos y competencias que nos exigen que modifiquemos la preparación de esta la fuerza del trabajo jóven que actualmente ya tiene dificultades a la hora de obtener un empleo.
Semanas atrás, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), junto al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), presentó el informe “Empleo juvenil y emprendimiento en América Latina y el Caribe”. El documento, que pone el foco en la inserción laboral de los jóvenes iberoamericanos, arroja una serie de datos importantes a tener en cuenta. Entre algunos de ellos, afirma que “los jóvenes se enfrentan a problemas serios de inserción laboral, presentando las menores tasas de participación en comparación con el promedio poblacional, y también de desempleo, al punto de alcanzar la cifra más elevada desde que se llevan registros por causa de la pandemia”.
A la vez, expone que “desvela la brecha en la tasa de desempleo que alcanza un promedio del 6 % en los jóvenes, el doble de lo que se observa en el total de trabajadores” y que “los jóvenes con nivel educativo medio, es decir, aquellos de secundaria completa o incompleta son los que presentan mayores obstáculos para obtener empleo, lo que se traduce en menores tasas de ocupación y más desempleo, así como mayor informalidad, que es comparativamente menor en los jóvenes con más educación. De hecho, aunque en general el nivel educativo de los jóvenes es superior al de la población adulta, el informe concluye que un 80 % de ellos no tiene un perfil compatible con los requerimientos asociados a los empleos de mayor productividad”.
Estas cifras resultan alarmantes porque evidencian la necesidad de un cambio de rumbo en los sistemas educativos, modificando los contenidos de las currículas a la realidad del mercado del trabajo, vinculando los saberes y la incorporación de herramientas y capacidades a lo que requiere el mundo en cuestiones de empleo.
Por otro lado, resulta importante también tomar en cuenta que aquellos saberes que se adquieren deben ser parte del conocimiento que se utiliza, es decir, dominando las nuevas tecnologías y dejando de lado las tareas manuales y rutinarias, que tal como menciona la investigación, presentan “un mayor riesgo de sustitución tecnológica”.
Realmente preocupa que la realidad excluya a tantos jóvenes en la actualidad, porque en términos proyectuales cuanto más demoremos en corregir esto, más chicos quedarán expulsados del mercado que nos exige transformar los trayectos formativos actuales.
Mercedes Ottaviano
Por ello es fundamental comenzar a diseñar y poner en marcha nuevas estrategias que reviertan esta situación: nuevos formatos en secundarias con prácticas que nos permitan orientar a los futuros trabajadores, inclusión de las nuevas tecnologías de manera innovadora y motivadora, la incorporación de nuevas miradas y conocimientos a las currículas de los chicos y la capacitación y jerarquización contínua de los docentes, actores claves en la relación de los estudiantes con las escuelas.