MOMENTO Y CADA COSA SU LUGAR

Por Eduardo Rivas – Finalmente el lunes se conoció la RESOLUCIÓN Nº 1197-MJGM-2020 firmada por el Ministro Carlos Alberto Bianco por la que se resolvía que Zárate pasaba a la Fase 4 en el proceso de cuidado ante el COVID-19 que había dispuesto la Provincia de Buenos Aires.

Esta nueva realidad, que no deja de ser consecuencia directa de la situación del virus en el Municipio, sumado al haber quedado al margen del AMBA en la anterior nueva etapa de aislamiento, puso de manifiesto varias cuestiones, entre otras que Zárate nunca debía haber sido considerada como parte del Área Metropolitana y que el nivel de aislamiento al que se sometió a los vecinos del Distrito era desmesurado ante la evolución viral que se denunció. De hecho Municipios con indicadores más preocupantes no tenían semejante presión sobre la ciudadanía.

Pero no fueron las únicas cuestiones que quedaron al descubierto, también quedó demostrado que el planteo del Gobierno local en la etapa anterior de solicitar, inicialmente, que cada comerciante generara un protocolo de acción y, apenas unos días después, se le exigiera lo mismo pero agrupados por rubros, era buscar trabar la vuelta al trabajo de los comerciantes zarateños, puesto que lo único oficialmente necesario, a nivel provincial, era que los comerciantes cumplieran con los protocolos ya establecidos por las autoridades.

Al salir de Fase 3 afirmó el intendente ‘esto creo que en cierta forma es un premio a todo el esfuerzo y el grado de responsabilidad demostrada en estos tres meses’, lo cual es falso. En primer lugar no fueron tres sino cuatro los meses de aislamiento. Además no es cuestión de premios o castigos sino el reflejo de la realidad. Si la situación en Zárate es la que indican los números estadísticos proporcionados por el Municipio, que claramente están condicionados por el enorme subnivel de testeos de sospechosos en comparación con los otros Municipios de la Región Sanitaria V, Zárate no debía haber tenido el nivel de aislamiento al que había sido sometido hasta el pasado lunes. Lo llamativo es que el Intendente afirme que el COVID-19 ‘es un virus que tiene una capacidad de destrucción terrible’, algo curioso puesto que hasta el momento del mensaje de Cáffaro y según la información oficial municipal, el COVID-19 había contagiado al 0,2% de la población del Distrito y había requerido, según la política municipal de Salud, que se testeara al 1,1% de la misma. Si tiene tanta capacidad de destrucción, Intendente, ¿No sería más oportuno testear más para poder detectar casos y accionar en consecuencia?

Además quedó demostrado la inutilidad del Programa ZáraTE Cuida, que nunca llegó a implementarse acabadamente y que, como era esperable, solo perseguía la recolección de información para un uso, al menos algo dudoso, de la misma. Pero llamativamente no se anunció su desactivación, dado que ahora se podrá concurrir a bares y restaurantes, por ejemplo. ¿Será necesario sacar turno para tomar un café?

Aunque lo más curioso es el grado paternal con el que el Intendente se refirió a la ciudadanía. Dijo Cáffaro ‘he tratado de hacer lo imposible para cuidarlos, para cuidar a mi equipo…’ y que ‘en esta etapa los necesito más que nunca’.

Estas palabras son parte de una práctica política que hay que desterrar, los ciudadanos elegimos representantes, no ‘padres o madres’ que nos cuiden y nos digan qué hacer. En términos weberianos necesitamos un liderazgo legal-racional, mientras que el intendente procura ejercer un liderazgo carismático.

Hay que decir las cosas por su nombre, es falso que el intendente haya cuidado a alguien. Quienes nos cuidamos, y nos debemos seguir cuidando, somos los ciudadanos, y para ello no necesitamos de ningún funcionario que nos diga que nos cuida.

Decía Facundo Cabral que todo tiene su momento y cada cosa su lugar, y es preciso que cada uno se ubique dónde corresponde. La ciudadanía cuidándose como hasta ahora y los funcionarios asumiendo su rol que no es ser el ‘padre’ de los ciudadanos.