El Everest es considerado como el basurero más alto del mundo

Décadas de explotación comercial y masificación han convertido la ruta hacia la cima en un gran vertedero.

Cada vez más montañeros, muchos de ellos inexpertos, pagan miles de euros a las agencias de trekking y escalada para que les lleven hasta la cima del monte más alto del mundo, a 8.848 metros sobre el nivel de mar. A su paso, dejan un rastro de tiendas de campaña, botellas de oxígeno, equipamiento diverso e incluso excrementos que no desaparecen porque las bajas temperaturas conservan todos los restos.

A eso se une el hecho de que el calentamiento está derritiendo los glaciares del Himalaya, y los residuos acumulados desde que en 1953 Edmund Hillary y Tenzing Norgay alcanzaran por primera vez la cima quedan expuestos a la vista.

Algunas medidas se han tomado para mejorar esta situación pero no parecen suficientes. Por ejemplo, el gobierno de Nepal obligó hace cinco años a que todas las expediciones pagaran un depósito de 4.000 dólares antes de subir, que les son devueltos si bajan de la montaña con un mínimo de ocho kilos de basura por persona. En el lado tibetano de la cara Norte, controlado por China, son multados con 100 dólares por kilo si no vuelven con esa cantidad de desechos. En 2017, un equipo de escaladores de Nepal llevaron a cabo una operación de limpieza y recogieron cerca de 25 toneladas de basura, según el Comité de Control de la Polución de Sagarmatha (SPPC), que es el nombre del Everest en idioma nepalí.


 

En las dos últimas décadas ha habido un boom de expediciones al Everest, que vive una masificación de escaladores no profesionales dispuestos a todo con tal de pisar el techo del mundo. Su inexperiencia empeora el problema de la basura, según Damián Benegas, que lleva más de veinte años escalando en la zona junto a su hermano gemelo Willie. Los sherpas, los guías de altitud y los trabajadores de la etnia local cargan grandes pesos, incluyendo las tiendas, las bombonas de oxígeno y las cuerdas arriba y abajo de la montaña.


 

Las agencias que operan en el Everest cada vez emplean a más guías para ocuparse de los clientes y su equipamiento, lo que aumenta la superpoblación en la ruta.

Toda esta contaminación está afectando también a las reservas de agua abajo en el valle, donde se asientan las aldeas de la población local. Las aguas residuales son arrastradas valle abajo por los monzones, contaminando todo.

Fuente: Muy Interesante