Establecer horarios, silenciar las notificaciones, desinstalar aplicaciones y reducir paulatinamente su uso son algunas de las pautas sugeridas por los expertos para perder este miedo irracional a estar sin teléfono móvil o a no poder usarlo.

En la actualidad, los teléfonos inteligentes se han convertido en una extensión del cuerpo humano. Según los datos correspondientes a 2023 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones el 78% de la población mundial de 10 años en adelante tiene un teléfono celular y el 67% tiene acceso a internet. Esta disponibilidad generalizada a la tecnología y a internet, si bien  ha impulsado el desarrollo de la sociedad y la forma en que se comunica, también ha traído consigo una nueva problemática: la nomofobia.

Este trastorno, definido como el miedo irracional a estar sin un teléfono móvil o sin conexión a internet, se estima, de acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), que afecta al 60% de la población mundial, lo que la convierte en una de las principales preocupaciones de salud mental de esta era.

“La nomofobia va más allá de una simple adicción al teléfono móvil. Mientras que la adicción al móvil se caracteriza por el uso excesivo del dispositivo, la nomofobia implica una respuesta psicológica intensa ante la posibilidad de estar desconectado. Los síntomas de esta condición incluyen ansiedad, depresión, aislamiento, dolores de cabeza y malestar emocional cuando la persona no puede acceder a su teléfono. Este trastorno puede afectar a cualquier persona, pero es especialmente prevalente entre los adolescentes, quienes son más susceptibles debido a su necesidad de aceptación social y su familiaridad con las nuevas tecnologías.” señaló la Psicóloga Liliana Acuña, Matrícula Profesional 4379, de Boreal Salud.

El impacto negativo de la nomofobia se extiende a múltiples áreas de la vida diaria. Interfiere con los ritmos biológicos y las rutinas cotidianas, causando interrupciones en el sueño debido a la necesidad de revisar el teléfono durante la noche. Esta interrupción del sueño puede llevar a un bajo rendimiento académico y laboral, afectando directamente la capacidad de concentración y atención. Además, la dependencia al teléfono móvil limita las interacciones sociales cara a cara, conduciendo a un aislamiento social que puede dificultar la formación de relaciones genuinas y duraderas.

En este sentido, para reducir el riesgo de desarrollar nomofobia o gestionarla si ya se padece, se recomiendan las siguientes medidas diarias:

  1. Establecer horarios específicos para el uso del teléfono móvil: limitar el tiempo de uso del dispositivo y evitar su uso durante las comidas o reuniones sociales. Se recomienda también evitar llevarlo al dormitorio a la hora de dormir.
  2. Silenciar las notificaciones: reducir las distracciones provocadas por las constantes alertas de las aplicaciones.
    Desinstalar aplicaciones no esenciales: eliminar aplicaciones que consumen mucho tiempo y fomentan la adicción.
  3. Evitar el uso del móvil como despertador: utilizar un despertador tradicional para evitar la tentación de revisar el teléfono al despertarse.
  4. Realizar actividades sin el teléfono móvil: salir a caminar o participar en eventos sociales sin llevar el dispositivo para acostumbrarse a estar sin él.

“Las causas de la nomofobia están profundamente arraigadas en factores psicológicos como la baja autoestima, la falta de autoconfianza y una necesidad intensa de perfección. En el contexto clínico, el tratamiento de la nomofobia implica la psicoterapia, donde se abordan las motivaciones conscientes e inconscientes detrás de la dependencia al móvil. Se trabaja en la reducción de la ansiedad, el aumento de la capacidad de autocontrol y la mejora de la tolerancia a la frustración.” agregó la especialista de Boreal Salud.

El tratamiento adecuado de la nomofobia puede transformar significativamente la vida de las personas. Al adoptar hábitos saludables y reducir la dependencia al teléfono móvil, se pueden mejorar las relaciones personales, aumentar el rendimiento académico y profesional, y fomentar un bienestar general. Cambiar esta práctica permite a las personas recuperar el control sobre sus vidas, reduciendo el aislamiento social y mejorando la salud mental y emocional.  Promover un compromiso consciente y responsable, como así también un uso saludable de las tecnologías, es imprescindible en la era actual.