Por Claudio Valerio – Al final del servicio religioso, una niña se acercó al sacerdote y le dijo: “Te escuché decir que debemos amar a nuestros enemigos. Tengo seis años y todavía no tengo enemigos. Espero que cuando tenga siete años, tenga uno”.
El amor es la gran virtud que muchas, de las personas de esta tierra, poseen. Debemos amar a nuestros amigos y, si los tenemos, y también a nuestros enemigos. Amar cuando no nos agradan, cuando no somos correspondidos, cuando nos tratan con indiferencia, cuando nada justifica nuestro amor, sí es una demostración de amor.
¡Amar para recibir algo a cambio no es amor! Amar mientras somos amados tampoco es prueba de amor.
Porque el amor no debe acompañar nuestros intereses.
Debemos amar a los que tienen buenas actitudes y también a los que no.
Debemos amar a quienes nos tratan muy bien y también a quienes nos tratan mal. Debemos amar a quienes se acercan a nosotros y a quienes siempre los detienen…
Amar es mejor que tener fe y esperanza.