Este viernes, en una audiencia pública convocada por la Acumar, se debatirá cómo hacer que el Riachuelo puedar ser navegado -al menos en su desembocadura- por barcos turísticos. Potencialmente se podrían navegar unos 22 kilómetros, que van desde el Río de la Plata al Camino de Cintura.

El Riachuelo, a la altura del histórico transbordador Nicolás Avellaneda. (Foto: Daniel Dabove)

Un proyecto impulsado por la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar) busca que ese curso fluvial vuelva a ser navegable por barcos de pasajeros en su tramo final para desarrollar el turismo en la zona, por lo que este viernes se realizará una audiencia pública para discutir la iniciativa.

“Nuestra idea es potenciar el turismo en esa zona para desarrollar lugares que están olvidados. Queremos hacer navegables esos 350 metros desde el inicio hasta el trasbordador de La Boca ya que nos parece necesario recuperar el sistema fluvial como un transporte más”, explicó a Télam el director general de Gestión Política y Social de Acumar, Antolín Magallanes.

“Vamos recuperando de a poco, es una primera etapa”, detalló el funcionario, y agregó: “Apuntamos a que el Riachuelo sea navegable como los grandes ríos del mundo. Muchos de ellos no están totalmente saneados, sino que están recuperados”.

La idea, que fue avalada por el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, propone que puedan ingresar barcos turísticos de mediano porte en los 350 metros finales del Riachuelo que desembocan en el Río de la Plata, un tramo que se ubica entre la Isla Maciel, en el municipio bonaerense de Avellaneda, y el barrio porteño de La Boca.

El Riachuelo tiene 64 kilómetros de extensión y su cuenca posee más de 2 mil kilómetros cuadrados, que en el último siglo se convirtió en una de las la regiones más contaminada del país, lo que llevó a que un fallo de la Corte Suprema en 2008 en la “Causa Mendoza” obligue al Estado a avanzar en el saneamiento del río y sus afluentes ya que la zona está habitada por casi 5 millones de personas.

De todo ese territorio, son potencialmente navegables unos 22 kilómetros, que van desde el Río de la Plata al Camino de Cintura, pero actualmente la navegación del Riachuelo no está permitida.

Las únicas embarcaciones que recorren el cauce son de patrullaje y limpieza del Gobierno porteño y de Acumar y algunos botes que llegan a la Isla Maciel, junto al transbordador del Puente Nicolás Avellaneda.

“El Riachuelo es una vía navegable históricamente, desde tiempos de los pueblos originarios y los conquistadores. Luego esa zona competía para ser el puerto de Buenos Aires pero el puerto de La Boca se cerró en los 70 y se dejaron barcos en desuso y eso contribuyó al deterioro del río”, contó Magallanes, quien precisó que en los trabajos de limpieza posteriores se retiraron 70 buques y 110 autos que imposibilitaban el desplazamiento de una nave por el río.

A pesar de la limpieza superficial y la remoción de la chatarra hundida “hoy en día más allá del puente de La Boca no están dadas las condiciones de navegabilidad”, aclaró.

Acumar pretende recuperar la navegación, al menos en la zona de La Boca. (Fotos: Daniel Dabove)

Las claves de la limpieza

Para favorecer la navegabilidad del río se tuvieron que resolver las tres grandes fuentes de contaminación que son los desechos cloacales, los desechos industriales y los residuos sólidos, para los que el Estado nacional proyectó tres grandes obras.

Primero, se trasladó del Mercado de Hacienda de Liniers a la localidad de Cañuelas, que benefició al Riachuelo ya que el predio no trataba los desechos del ganado y estos iban al agua.

Otra de las obras troncales de la cuenca es la construcción del Sistema Riachuelo, la primera gran ampliación de cloacas del Área Metropolitana, que va a permitir que los desechos pluviales de la Ciudad de Buenos Aires no se vuelquen al río sin el debido tratamiento.

Y por último, la creación del Parque Curtidor de Lanús -que quedará finalizado el año que viene-, donde se busca agrupar a las curtiembres, históricamente las grandes contaminadoras de la cuenca, en un predio para que se traten en una planta los efluentes derivados de esa actividad y dejen de arrojarlos al agua. “Nos pusimos horizontes que podíamos cumplir con respecto al saneamiento”, aseveró Magallanes.

POR IVÁN FEDERICO HOJMAN (Télam)