Después de sumar puntos con el Williams en Azerbaiyán, el piloto argentino manejará por primera vez en el callejero de Marina Bay, destacado como uno de los más complicados del Mundial por su dificultad técnica y exigencia física, y con una oscura historia detrás.
Después de sumar sus primeros 4 puntos con el Williams en Azerbaiyán, Franco Colapinto se enfrentará este fin de semana a su primer Gran Premio de Singapur, una de las carreras más desafiantes del calendario de Fórmula 1. Este circuito urbano, con su combinación de curvas cerradas, altas temperaturas y condiciones de alta humedad, es una de las pruebas más duras, tanto física como mentalmente.
Nico Rosberg, campeón del mundo en 2016 lo describió alguna vez como estar “en un sauna, en una bicicleta fija, durante dos horas”. Es que Singapur está considerado el más exigente en cuanto a condiciones climáticas, junto con el GP de Qatar. Las temperaturas en el habitáculo pueden superar los 60°C y la humedad suele ser superior al 70 por ciento.
Esto genera una pérdida significativa de peso en los pilotos, que pueden deshidratarse rápidamente. Ni siquiera tomar agua durante la carrera es fácil. Kevin Magnussen (Haas) comentó el año pasado que el líquido que llevan conectado al casco se pone “como un té, demasiado caliente para beber”.
Otro que supo pasarla mal es el heptacampeón Lewis Hamilton (Mercedes), que en una ocasión blanqueó haber abierto la visera del casco en plena competencia para poder tener un poco más de aire.
Para Colapinto, más allá de la preparación en el simulador, el viernes será el primer contacto real con un circuito donde la concentración debe mantenerse al máximo durante las dos horas que suele durar la carrera. Con casi 20 curvas en solo 5 kilómetros de pista, la clasificación es clave porque las oportunidades de adelantamiento son mínimas (9 de 14 GPs los ganó quien hizo la pole).
Encima, el estrecho trazado en Marina Bay es irregular y está lleno de baches, por lo que los equipos suelen configurar los autos con suspensiones más rígidas, lo que produce aún más incómodidad para los pilotos, en otro lugar (como Baku) donde un mínimo error se paga con un duro golpe contra la pared.
Ni siquiera Max Verstappen (RedBull) la pasa bien a pesar de su dominancia en los últimos tiempos. A pesar de haber ganado en 26 circuitos diferentes, el neerlandés aún no pudo hacerlo en Singapur. Sin ir más lejos, el año pasado llegó con un rendimiento aplastante pero problemas de configuración lo dejaron fuera de la Q3, partió desde el 11° lugar y apenas pudo terminar quinto. Ganó Carlos Sainz Jr. (Ferrari).
Crashgate: un escándalo histórico de la F1 en Singapur
El GP de Singapur no solo es conocido por su dificultad técnica, sino también por el histórico escándalo del Crashgate en 2008. Durante esa carrera, Nelson Piquet Jr., piloto de Renault, chocó deliberadamente bajo órdenes del equipo, facilitando la victoria de su compañero Fernando Alonso.
Este incidente fue planeado por Flavio Briatore y Pat Symonds, quienes comandaban al equipo francés y buscaban manipular la carrera al provocar la salida del safety car en el momento perfecto para que Alonso saque ventaja.
Aunque Renault ganó la carrera, la verdad salió a la luz al año siguiente. La FIA llevó a cabo una investigación que resultó en la expulsión de Briatore de la Fórmula 1 y la suspensión de Symonds.
Sin embargo, el impacto del “Crashgate” sigue vigente, y en 2023 volvió a la discusión debido a los reclamos de Felipe Massa, quien fue perjudicado en aquella carrera y perdió puntos cruciales para el campeonato de 2008, que finalmente ganó Lewis Hamilton.
Massa, que lideraba el campeonato antes del GP de Singapur 2008, ha iniciado acciones legales, alegando que si el “Crashgate” hubiera salido a la luz en su momento, la carrera debería haberse invalidado, lo que podría haber cambiado el resultado del campeonato. El escándalo sigue siendo una mancha en la historia de la Fórmula 1 y continúa generando controversias.