La nueva especie acuática Argolebias adrianae habita en el corazón del Parque Nacional Iguazú, en Misiones. Infobae habló con el biólogo del Conicet que lideró la investigación.
Una nueva especie de pez killi, bajo el nombre científico de Argolebias adrianae, fue descubierta en el corazón del Parque Nacional Iguazú, en Misiones. En un mundo amenazado por la extinción, los peces killi estacionales presentan una alta vulnerabilidad. Aproximadamente la mitad de los ejemplares en Sudamérica están en riesgo de desaparecer.
El hallazgo fue posible gracias a la investigación de un equipo de científicos argentinos liderados por el biólogo Felipe Alonso, investigador de CONICET en el Instituto de Bio y Geociencias del NOA (IBIGEO) y la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), quien en diálogo con Infobae contó detalles del descubrimiento.
En este contexto de crisis ambiental global, el hallazgo de una nueva especie viviente es una noticia muy importante y reparadora.
“Lo fascinante de estos peces estacionales es su adaptación a un ambiente de alta impredecibilidad, característica típica de la región de Misiones, donde no existe una temporada seca o lluviosa muy marcada. Esto determina un ciclo muy irregular de llenado y secado de los espacios de agua, lo cual representa un desafío biológico para los peces. A diferencia de otras especies en ambientes más predecibles, estos peces deben tener adaptaciones que les permitan sobrevivir en condiciones extremas”, detalló Alonso a Infobae.
“El nombre Argolebias adrianae fue elegido para subrayar el papel vital de las mujeres en el progreso científico y enfatiza la importancia de un entorno científico sin sesgos de género”, señaló el biólogo y contó que el nombre nació en homenaje a la científica argentina Adriana Almirón, por sus contribuciones en el campo de la ictiología (rama de la zoología que se dedica al estudio de los peces).
Los resultados del estudio científico se divulgaron en la prestigiosa revista Canadian Journal of Zoology, una publicación referente para el universo de la Zoología. Junto al equipo de Alonso del IBIGEO-CONICET colaboraron científicos de la Fundación Killifish, la Universidad Nacional de La Plata, la Administración de Parques Nacionales de Argentina y el Museo Nacional de Historia Natural de Montevideo, Uruguay.
El mundo enfrenta una profunda crisis de biodiversidad global y, lejos de ser un concepto abstracto de un claustro académico, la biodiversidad es el sustento que convierte a nuestro planeta en habitable para los humanos y el resto de los seres vivos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) brinda una definición clara de biodiversidad como “el tejido vivo de nuestro planeta que incluye la variedad de vida en la Tierra y los patrones naturales que forman”, esto implica la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes en nuestro mundo.
Hoy la biodiversidad, moldeada a través de millones de años de evolución, está bajo amenaza debido al calentamiento global que enfrenta el planeta. Y esto evidencia que la relación de los seres humanos con la naturaleza está en emergencia.
Como señaló Infobae, un millón de especies del planeta están bajo amenaza de extinción y el 75% de la superficie terrestre está degradada, según datos difundidos en la COP15 -la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica celebrada en diciembre de 2022 en Montreal, Canadá-.
Ejemplo de adaptación y supervivencia biológica
Los killis son peces que habitan entornos que pueden extinguirse por el avance de la acción humana, pequeños espacios de agua susceptibles a los drenajes, rellenos y otras modificaciones provocadas por actividades humanas, como la agricultura y el desarrollo urbano no planificado.
Habitan en zonas de América y África, y se distinguen por su adaptación y la supervivencia en entornos de agua temporales que se evaporan por completo durante ciertas épocas del año. Aunque los ejemplares adultos no logran sobrevivir a estos lapsos de sequía, sus huevos pueden resistir la desecación por meses, y permanecen enterrados en el lecho de estos charcos.
Hasta ahora sólo se conocían tres especies del género sudamericano Argolebias, el hallazgo del A. adrianae se logró durante expediciones científicas en la Cuenca del Bajo Río Iguazú, una zona reconocida por su abundancia de especies exclusivas de peces. El hábitat del A. adrianae son pequeños charcos de poco más de 20 metros cuadrados y con una profundidad máxima de 45 centímetros, rodeados de piedras basálticas y árboles de la selva circundante.
En diálogo con Infobae, Alonso detalló cómo se logró el descubrimiento. “La investigación empezó con un viaje de muestreo en 2018. Las expediciones surgieron a partir de una sospecha que compartí con colegas, sobre la posible existencia de estas especies en ambientes poco explorados por la ciencia, debido a su escasa profundidad de entre 20 a 50 centímetros. Nuestro hallazgo fue inesperado; al llegar al parque, antes de iniciar formalmente la investigación, nos encontramos con este charco y, al probar con la red, capturamos a estos peces que hasta entonces eran desconocidos en la zona”.
Durante dos años, los investigadores observaron cómo los charcos donde se encontraba la nueva especie experimentaban múltiples periodos de sequía y llenado, desafiando las estrategias reproductivas tradicionales de los killis y demostrando la resiliencia y adaptabilidad de Argolebias adrianae a través de su ciclo de vida.
Estudiar la biodiversidad
“Nuestra experiencia reafirma la importancia de explorar y estudiar todos los ambientes, por más pequeños o insignificantes que parezcan, ya que albergan vida desconocida que nos puede enseñar mucho sobre la adaptabilidad y la supervivencia de las especies en condiciones extremadamente cambiantes”, destacó el director del estudio.
Descubrir al pez Argolebias adrianae es un hito relevante para la biología porque cada nuevo ser vivo que los humanos logramos identificar aumenta la capacidad de comprender y catalogar la diversidad biológica que nos rodea. En una época signada por el cambio climático y la crisis ambiental, el tiempo apremia, identificar especies antes de su posible extinción, especialmente los peces estacionales que son altamente vulnerables, es un paso clave para preservar la biodiversidad de la región.
“Más de la mitad de las especies de los peces estacionales en Sudamérica están en peligro de extinción. Y esto es debido a que viven en ambientes temporarios que son muy pequeños, entonces son un grupo vulnerable ante el avance de la urbanización. Conocer dónde están estas especies es fundamental para poder proteger esas zonas y los seres vivos que las habitan”, sumó Alonso.
¿Y por qué es importante conocer nuestra diversidad biológica? En primer lugar porque es nuestro patrimonio natural. El científico del Conicet remarcó que la investigación biológica básica, aunque pueda parecer sin aplicaciones inmediatas, es fuente de conocimiento para importantes aplicaciones futuras, como medicamentos o compuestos químicos, alimentos y hasta desarrollos tecnológicos.
Específicamente, estos peces tienen características únicas en su biología, como huevos que detienen su desarrollo embrionario y tienen características únicas que les permiten vivir fuera del agua y permanecer años en estado de dormancia, es decir “poniendo en pausa” su crecimiento biológico. Estas adaptaciones son estudiadas globalmente por sus potenciales aplicaciones biotecnológicas, incluso en conservación de órganos y en el contexto de viajes espaciales.
Alonso contó que “hasta la NASA envió peces killis al espacio para hacer estudios, ya que al vivir en ambientes efímeros, tienen ciclos de vida acelerados, siendo algunos de los vertebrados que más rápido crecen y maduran sexualmente. Esta rapidez implica un envejecimiento acelerado, convirtiéndolos en modelos importantes para el estudio del envejecimiento en vertebrados”.
Para cerrar, el biólogo utilizó una metáfora que resume el valor de las investigaciones en biodiversidad: “Es importante desarrollar la ciencia básica, porque funciona como una caja de herramientas que facilitan la resolución de problemas. Cuantas más herramientas uno tenga, mayor será la capacidad de resolver problemas o desafíos inesperados. Sin la ciencia básica, careceríamos de los instrumentos necesarios para abordarlos”.
El estudio, que fue liderado por Alonso y un equipo de investigadores del Conicet integrado por G.E. Terán, P. Calviño, W.S. Serra Alanis, M.M. Montes, I.D. García, J.A. Barneche, L. Ciotek, P. Giorgis y J. Casciotta; además de describir la nueva especie analizó los patrones de cambio en la coloración entre diferentes especies de Argolebias.
Por Daniela Blanco (Infobae)