Varias instituciones buscan captar jóvenes promesas antes de que exploten para luego revenderlas a un precio más elevado.
Existen varias estrategias a la hora de confeccionar un plantel. Están quienes le dan preponderancia a los juveniles, otros que prefieren contar con jugadores de experiencia, algunos que creen que en la mezcla de estas dos está la clave del éxito, y los que buscan detectar el talento antes que el resto, para que los futbolistas rindan en el club y así poder revenderlos por un precio mucho más elevado. Hay algunos equipos que tienen muy pulida esta táctica y han engrosado sus arcas a costa de potenciar joyas “desconocidas”. Repasalos.
Sin dudas el que mejor lo llevó a cabo desde que regresó a Primera en 2016 es Talleres. El equipo cordobés tiene una amplia lista de futbolistas que, no solo le dieron mucho al club, sino que le generaron enormes ingresos a la institución. A diferencia de otros equipos, buscaron el talento en el exterior, estrategia que les trajo réditos. Ramón Sosa es el caso más relevante: en este mercado lo vendieron por casi 12 millones de euros, cinco veces más de lo que se lo habían pagado a Gimnasia de La Plata en su momento. Diego Valoyes, Piero Hincapié, Michael Santos o Lucas Olaza son otros casos similares que le han generado casi 18 millones de dólares de ganancia al club.
Pero no solo se centran en los extranjeros, también supieron captar en el mercado local. Rodrigo Villagra, Rodrigo Garro, Sebastián Palacios, Facundo Medina o Andrés Cubas son futbolistas que llegaron a la T a muy bajo precio, y en algún caso libre, y hoy en día se encuentran entre las 15 ventas más caras de la historia de la institución.
Otro caso similar es el de Godoy Cruz. Aunque con menos rédito económico que Talleres, el Tomba también supo detectar y potenciar a futbolistas para venderlos a un buen precio. Al no tener el potencial económico que sí tiene el conjunto cordobés, los mendocinos son más cautos. En muchos casos traen jugadores cedidos de equipos grandes para probarlos; si rinden los terminan comprando, a un precio bajo ya que estos no van a contar con muchos minutos en sus clubes de origen. Así hicieron con Martín Ojeda (Racing), Hernán López Muñoz (River), Tomás Conechny (San Lorenzo) o, más atrás en el tiempo, Pol Fernández (Boca). Todos ellos forman parte de la lista de ventas más importantes de la historia del club.
También posaron sus ojos con atino en Córdoba: adquirieron a Juan Brunetta de Belgrano y a Tadeo Allende de Instituto, dos futbolistas que posteriormente tuvieron destino europeo -el primero al Parma y el segundo al Celta de Vigo- a cambio de una millonada.
Además de ser un equipo que históricamente se nutrió de sus inferiores, tanto futbolística como económicamente, en los últimos años Estudiantes supo poner el ojo en futbolistas que no estaban en el radar y potenciarlos para luego venderlos. Benjamín Rollheiser es uno de los casos más recientes y emblemáticos, ya que llegó libre desde River y se fue al Benfica por más de 9 millones de euros. De la vereda de enfrente arribó Eros Mancuso, también con el pase en su poder, y fue traspasado en este mercado a Fortaleza por 2,5 millones de dólares.
Otros ejemplos son Zaid Romero, Gustavo Del Prete y Leonardo Godoy, tres futbolistas que le dieron mucho al Pincha y por los que pudo sacar más de 10 millones de dólares de ganancia.
Si esta estrategia se utiliza de manera acertada puede traer muchos beneficios. Para eso se necesita una estructura aceitada, donde las tres patas de la mesa funcionen correctamente. Contar con un buen grupo de ojeadores y analistas es esencial, no sólo para detectar el talento antes que los demás, sino también para encontrar futbolistas que encajen con el estilo de juego del equipo. También hace falta un entrenador que le brinde un contexto adecuado a los protagonistas para crecer. Y por último una dirigencia que confíe en el proyecto, sepa cuándo vender y cómo negociar para sacar el mayor rédito económico posible.