EL MOTOR QUE DEJÓ DE FUNCIONAR

claudio valerio_2017Por Claudio Valerio – Viajando por un lugar desconocido, donde se decía haber islas habitadas por salvajes, un barco se vio a la deriva, despues el motor haber  parado.  Durante más de dos días trabajaron en el motor, intentando hacerlo funcionar, sin cualquier éxito. Los hombres, aterrorizados, vieron que el barco se aproximaba a una isla, dirigiéndose  rápidamente para un lugar de la playa con grandes rocas. Si escapasen de la destrucción en las piedras, ¿qué les esperaría en la isla? Había entre ellos un clérigo y todos le pidieron para que rece por sus  vidas.

El clérigo rezó y pidió por socorro a Dios  y, de repente, el motor empezó a funcionar. Todos gritaron de alegría y al final de aquel viaje, no solamente uno,  pero sí todos los hombres habían abierto el corazón para el Señor.

Muchas veces vemos el barco de nuestras vidas​ esta siguiendo un camino para chocar contra las rocas de la perdición. Parece no haber escapatoria y, aún en el caso de que  haya,  ¿qué nos aguardará más adelante?  ¿Que esperanza tenemos de un final feliz?  Es en esa hora que necesitamos creer que el motor de nuestra fe volverá a  funcionar, que retomaremos el camino de la victoria. Solo hay una manera de que nos pongamos libres de las rocas de la perdición… Dejar a Dios  dirigir nuestro barco y todos los días de nuestras vidas.

No nos sintamos avergonzados por reconocer que estamos​ aflictos por la probable destrucción. No tengamos recelo  de confesar que el barco de nuestras vidas está perdido. No nos sintamos avergonzados por  volver atrás y reconocer que estábamos errados y sin rumbo. Nuestro Dios bueno  arregla  todo, no solamente el motor de nuestra  fe abandonada, sino también la de nuestro corazón.

Con el Señor, su barco jamás ​no​s perderemos por el camino.