Por Claudio Valerio – Reflexione en sus bendiciones actuales — todo hombre tiene muchas; no en sus infortunios del pasado — todos los hombres tienen algunos”. (Charles Dickens)
¿Por qué perdemos tanto tiempo recordando las decepciones enfrentadas muchas veces, y hace mucho tiempo? ¿Por qué sufrir por algo que ya pasó y de lo cual no deberíamos recordar más? ¿Por qué no aprovechar todo el tiempo para agradecer al Señor por los logros del presente, por los objetivos alcanzados, por los sueños realizados, por la felicidad de estar caminando feliz por este mundo?
Si enfrentamos luchas en el pasado, conmemoremos la victoria y no recordemos más de aquellos momentos. Si enfrentamos días de enfermedades, alabemos a Dios porque nos curó. Si éramos perdidos, saltemos de júbilo porque hemos corregidos nuestros errores… El pasado pasó y solo debemos mirar para detrás para sonreír y decir: “Gracias Dios, muchas gracias”.
En vez de llorar por los días malos que ya pasaron, sonriamos y meditemos en las muchas cosas que de Él hemos recibido.
Enumeremos cada una de las bendiciones recibidas: La vida es la mayor bendición. El calor de los amigos es otra. La riqueza de la salud no debe ser olvidada. El poder del amor también es muy importante. La gloria y majestad del amanecer. El privilegio de poder hablar con el Señor en oración, la alegría de poder cantar y alabar, la satisfacción de ejecutar algún trabajo, el tesoro enriquecedor de un libro, el milagro de la primavera, la gracia de Dios, son entre otras muchas bendiciones que deben ser recordadas y celebradas.
No se lamente… Sea más agradecido y será mucho más feliz.