A orillas del Paraná, este pueblo del partido de Zárate combina historia ferroviaria, centrales atómicas, buena gastronomía y una calma que lo vuelve ideal para una escapada de fin de semana.

Entre la ruta y el río, en el kilómetro 100 de la Ruta Nacional 9, una curva discreta abre paso a otro tiempo. Donde la Panamericana corre con apuro, el acceso a Lima invita a bajar el ritmo. A poco más de una hora de la Ciudad de Buenos Aires, este rincón del norte bonaerense mezcla playas, parrillas y silencio de pueblo chico.
El paisaje se ordena alrededor del río Paraná de las Palmas, que dibuja una costa de arena dorada y vegetación espesa. Allí se concentran los mates al atardecer, los picnics familiares y las caminatas junto al agua. En verano, el Club de Pesca Lima, fundado en 1958, se convierte en el corazón ribereño: tiene muelle, zona de acampe, bajada de lanchas y alquiler de kayaks, además de una comunidad que sostiene el espíritu amable del lugar.
Historia sobre rieles y energía atómica
Lima nació al compás del tren. Su estación, inaugurada en 1885 por el Ferrocarril Mitre, dio origen a un pueblo de casas bajas y calles arboladas. Décadas más tarde, su nombre volvió a sonar con la instalación de Atucha I y II, las centrales nucleares que aún hoy pueden visitarse mediante recorridos guiados.
El nombre del pueblo no homenajea a la capital peruana, sino a Justa Lima de Atucha, propietaria de las tierras en el siglo XIX. Su legado y el desarrollo energético marcaron la identidad de esta localidad que, sin perder su calma, forma parte de la historia industrial del país.
Parrillas, plaza y vida de pueblo
La plaza Mitre es el punto de encuentro y corazón social. Frente a ella se levanta la Parroquia San Isidro Labrador, un templo de estilo neocolonial que se volvió emblema de la arquitectura local. Cada 28 de septiembre, el pueblo celebra su aniversario con ferias, música y espectáculos criollos que reúnen a vecinos y turistas.
Lima mantiene una oferta gastronómica centrada en lo casero. Parrillas familiares, bodegones y comedores al paso ofrecen los clásicos del menú argentino: asado, empanadas, chorizos y vinos de bodegas locales. Los fines de semana largos suman ferias de productores, música en vivo y mesas al aire libre.
Naturaleza y turismo rural
Más allá del río, los alrededores de Lima guardan senderos rurales, estancias y quintas que abren sus tranqueras para ofrecer experiencias de campo. Caminatas, cabalgatas, pesca o simples tardes bajo los árboles completan el repertorio de una escapada sin sobresaltos ni pretensiones.
El turismo de cercanía encuentra aquí un refugio. Lima propone desconexión sin aislamiento: naturaleza, historia y hospitalidad bonaerense en una escala humana.
Cómo llegar
Desde Buenos Aires, el viaje es directo. Por autopista Panamericana, ramal Escobar, basta seguir la Ruta 9 hasta el kilómetro 100 y tomar el desvío hacia el acceso principal. También se puede llegar en tren del ramal Mitre hasta Zárate y combinar con colectivos locales.
A una hora de la capital, Lima conserva la serenidad de los pueblos ribereños. Un destino donde el río marca el pulso, el asado el aroma y el tiempo parece detenerse. (DIB)











