NO HA TRAÍDO NADA… HA TRAÍDO TODO

claudio valerio_2017Por Claudio Valerio – Una iglesia iba a elegir, al final de semana, un nuevo diácono. Tres eran los candidatos y todos tenían calidades para el cargo. Como la decisión era difícil, el pastor y el liderazgo oraron durante varias horas en el inicio de la semana.

La dirección que el pastor sintió de Dios fue someter a los tres a una prueba. Él les reunió en la mañana siguiente y dijo: Hasta la noche, en nuestra reunión de oración, quiero que los tres busquen, en nuestra comunidad, el objeto de mayor valor.

El objeto será devuelto al propietario y quien lo traiga, será escogido diácono de
nuestra iglesia. Por la noche, todos se quedaron ansiosos para ver lo que los candidatos traerían. El primero, con una gran sonrisa, dijo: “He traído un florero chino del hermano
Pedro. Él lo compró en una subasta y el valor es altísimo”.

El segundo, también feliz, dijo: “Yo he traído una colección de estampillas raras del hermano Marcos. Dijo que no vende por dinero alguno de ese mundo. El tercero no se presentó.
El pastor lo buscó y lo encontró sentado en un lado.  “¿Qué ha traído?” preguntó el pastor. El hermano, de cabeza baja, contestó: “Yo no he traído nada. Me encontré con la hermana Celeste en la calle y ella me dijo que su tejado se estaba casi cayendo y yo pasé el día entero en su casa, arreglando el tejado para ella. No tuve tiempo de buscar objeto alguno”.
Con muchas lágrimas en el rostro, el pastor dijo: “Ha traído lo que hay de mayor valor: un ejemplo de amor puro y verdadero. Ha sido escogido para ser nuestro diácono.”

Muchas veces damos valor a cosas que, en verdad, no son tan valiosas como parecen. Pensamos que solamente los ricos pueden tener riquezas, pero los pobres, mismo sin dinero,
pueden ser tan ricos o más. ¡Ni todo tesoro es conquistado con dinero!
Hay ricos viviendo en casuchas y pobres viviendo en palacios.
Hay personas que dicen tener todo y, en la realidad, no tienen nada. ¡Hay pobres que no tienen el patrimonio de los ricos, pero… tienen a Dios en el corazón y, así, la paz perfecta, la alegría que el dinero no compra, prueban que “tienen todo”!
Si tenemos a Dios en nuestro corazón, tenemos el amor; y, ¡eso es lo que tiene más valor!