Por qué no necesitamos tantas proteínas como consumimos (y qué consecuencias tiene ese exceso)

A principios del siglo XX, el explorador del Ártico Vilhjalmur Stefansson pasó cinco años comiendo sólo carne. 20 años después, en 1928, repitió el experimento por un año.

Stefansson quería refutar a aquellos que argumentaban que los humanos no pueden sobrevivir si sólo comen carne.

Pero en ambos casos se enfermó. Desarrolló una “intoxicación proteínica” porque la carne de conejo tiene muy poca grasa.

Luego adoptó una dieta baja en carbohidratos, alta en grasas y en proteínas hasta su muerte a los 83 años.

Estos experimentos son de los pocos casos registrados de alta ingesta de proteínas con efectos adversos extremos.

Pero a pesar de las crecientes ventas de suplementos, aún no estamos seguros de cuánta proteína necesitamos y cuál es la mejor manera de consumirla.

¿Para qué sirve la proteína?

La proteína es esencial para que la masa muscular crezca y se repare. Los alimentos ricos en proteínas como lácteos, carne, huevos, pescado y frijoles se descomponen en aminoácidos en el estómago y se absorben en el intestino delgado. Luego el hígado clasifica qué aminoácidos necesita el cuerpo y el resto va a la orina.

Se aconseja a los adultos activos que coman aproximadamente 0,75 gramos de proteína por día por cada kilo que pesen.

En promedio, esto es 55 gramos para hombres y 45 gramos para mujeres, o dos porciones del tamaño de la palma de la mano de carne, pescado, tofu, nueces o legumbres.


 

No tener suficiente proteína puede provocar caída del cabello, desprendimiento de la piel y pérdida de peso a medida que disminuye la masa muscular, aunque esto en gran parte sólo ocurre en personas con trastornos alimenticios.


 

Emma Stevenson, profesora de Ciencias del Deporte y el Ejercicio en la Universidad de Newcastle, Reino Unido, trabaja con compañías de alimentos para añadir más proteínas a productos que los mayores compran con regularidad, como los bizcochos.

“Necesitamos mantener nuestra masa muscular a medida que envejecemos, porque nos volvemos menos activos y frágiles”, dice.

Fuente: BBC Mundo