Los expertos exploraron la utilización de estos dispositivos en los primeros años de vida y destacaron la importancia del control del tiempo y la supervisión de los padres. Cuáles fueron sus conclusiones
Celulares, computadoras y tablets ya forman parte indispensable de nuestras vidas. Desde el uso laboral al estudio y el entretenimiento, son infinitas las posibilidades que nos brindan. Para los niños, estos dispositivos electrónicos pueden ser aliados en la educación y en los juegos, como se vio en plena pandemia del COVID-19, cuando fueron los medios que permitieron sostener los procesos de enseñanza y socialización.
Pero su uso cotidiano presenta dilemas difíciles de resolver para muchas personas: ¿cuáles son exactamente los efectos de esa exposición? ¿Qué tan recomendable es utilizar tecnología y pantallas en los niños en edades tempranas?
“Así como antes las generaciones más viejas nos criamos con libros, las infancias de ahora se crían con tecnología. Es parte de la cultura. Cuando las infancias actuales lleguen a la adultez cambiará nuevamente la tecnología, vendrán nuevos medios, pero creo que hoy el desafío es enseñar y guiar a las infancias a apropiarse de la tecnología de un modo que sea constructivo y no alienante”, aseguró Olga Peralta, psicóloga del CONICET especializada en la interacción entre adultos y niños mediada por imágenes impresas y digitales.
Diversos organismos de salud, como la Academia Americana de Pediatría (AAP), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), emitieron recomendaciones sobre el uso de estas herramientas para edades tempranas.
Así, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus primeras recomendaciones sobre el uso de pantallas en la primera infancia, instó a que los niños de menos de un año no deben ser expuestos a ningún tipo de dispositivo electrónico. Además, aseguraron que los niños de dos a cuatro años tampoco deberían tener más de una hora por día de lo que llaman “tiempo de pantalla sedentario”, que incluye juegos de computadora o televisión.
Varias investigaciones han asociado la sobreexposición a dispositivos digitales de bebés y niños con problemas del desarrollo infantil. Según el estudio, publicado en The Journal of the American Medical Association Pediatrics, los niños de un año expuestos a más de cuatro horas de pantalla al día experimentaron retrasos en el desarrollo de las habilidades de comunicación y resolución de problemas a los 2 y 4 años. La investigación también encontró que los niños de un año que estuvieron expuestos a más tiempo frente a la pantalla que los otros pequeños mostraron retrasos a los 2 años en el desarrollo de la motricidad fina y las habilidades personales y sociales.
“En línea con las recomendaciones de la SAP, sabemos que no es conveniente un uso cotidiano de las pantallas en niños menores de 2 años. No solo por cuestiones psicosociales y lingüísticas, sino de desarrollo motor y general de los chicos, y especialmente por el desarrollo neurológico, que puede verse afectado”, señaló Peralta.
“A partir de los 24 meses, se recomienda que los niños pequeños usen la pantalla acompañados por algún adulto. No hay pantalla interactiva que suplante la interacción entre seres humanos. Está ampliamente demostrado que el uso educativo de las pantallas tan en boga, que es muy bueno, no suplanta lo analógico o a los materiales concretos, sino que viene a complementarlos. En síntesis, el desarrollo y la apropiación de tecnologías es un proceso en permanente construcción, que requiere de constantes actualizaciones”, advirtió la científica, cuyo lugar de trabajo es el Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE) y en 2023 publicó el informe “Infancia y pantallas: un estudio sobre tenencia, hábitos y percepción en el uso de tecnologías en una muestra de hogares”, realizado junto a las científicas Mariana Sartori y Gabriela Raynaudo.
En dicho estudio, las investigadoras indagaron en las actividades que los niños realizan con dispositivos móviles, como tablets y smartphones y encontraron, sobre todo, que la mayoría los utiliza para mirar videos y jugar: “En menor proporción, mirar TV, usar aplicaciones, leer o que les lean, mientras que algunos pocos niños no usan estas herramientas”.
“Actualmente, los especialistas enfatizan la necesidad de supervisar la calidad del contenido y el contexto en el que las infancias emplean estas herramientas y no sólo el tiempo de uso. Se destaca, fundamentalmente, la guía adulta como elemento clave para regular el acceso y evitar la exposición a contenidos inapropiados”, aseguran las científicas en el estudio.
Justamente a partir del auge en el uso de pantallas durante la pandemia del coronavirus, el médico del CONICET Sergio Terrasa en conjunto con un equipo de investigación que se desempeña en el Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Italiano de Buenos Aires y el Instituto Universitario Hospital Italiano se planteó la necesidad de llevar adelante la investigación “Exposición a pantallas en niñas, niños y adolescentes: recomendaciones, límites y controversias en el marco del distanciamiento social obligatorio. Un estudio cualitativo”.
“En 2019 ya nos venía llamando la atención que las principales guías de las asociaciones médicas que se encargan de dar recomendaciones sobre salud infantil restringieran el uso de pantallas durante la crianza. Si bien había matices en ellas, la mayoría aconsejaba limitar su uso a no más de dos horas por día”, recordó Terrasa.
“Sin embargo, muchas de las recomendaciones venían desde la época en que las principales pantallas disponibles eran las de la televisión, sin que estas tomaran en cuenta los aspectos vinculados con la estimulación cognitiva, especialmente en un mundo donde cada vez cobra más importancia la alfabetización digital”, advirtió el autor del trabajo, junto con Diego Terceiro, Leticia Gavoto, Camila Volij y Vilda Discacciati.
En el estudio, entrevistaron a veintitrés profesionales, pediatras y generalistas, sobre las pantallas en la consulta ambulatoria de niños sanos, su percepción sobre daños, beneficios, pantallas en épocas de ASPO (“Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio”) durante la pandemia y pensamientos y acciones contradictorios sobre el uso de pantallas.
“A la hora de recomendar sobre exposición a pantallas, en nuestros entrevistados predominó la intuición personal por sobre la evidencia científica disponible. Reconocieron que el contexto de ASPO visibilizó algunos beneficios asociados a la conectividad que brindan estos dispositivos”, aseguró Terrasa y equipo, y destacaron un resultado inesperado: “Notamos que la percepción sobre las pantallas se está volviendo cada vez más neutral en términos del balance entre sus riesgos y beneficios, conduciendo a que los profesionales sean más flexibles en sus recomendaciones al respecto”.
Sin embargo, aseguró que “los profesionales reconocieron que la evidencia científica disponible es limitada y que sus recomendaciones se basaban principalmente en su intuición personal. Por eso, como equipo consideramos que se necesitan más investigaciones para comprender mejor los efectos de la exposición a pantallas durante la niñez y nos parece adecuado adoptar una postura más flexible respecto de la consejería, que las recomendaciones taxativas de las guías que se encuentran en uso actualmente”.
Para Terrasa, “las pantallas son hoy en día parte de la vida cotidiana de la gente y la evidencia científica para no recomendar su uso es débil e insuficiente. No son buenas ni malas en sí mismas”. En tal sentido, señaló que existen algunos temores que no tienen por el momento un sustento respaldado por evidencia científica fuerte, como por ejemplo, que el uso temprano de pantallas genere retraso del desarrollo del lenguaje, trastornos de la atención o del aprendizaje, trastornos alimentarios o adicción a los videojuegos.
“Su efecto depende básicamente del tipo de contenido al que el niño esté expuesto, del grado de interacción que pueda tener con él y de la calidad de la supervisión que reciba. Por ejemplo, al realizar una reflexión con algún adulto responsable luego de mirar o escuchar algún contenido”.
El médico del CONICET reparó, no obstante, en la brecha que se está haciendo cada vez más profunda, entre las infancias que tienen acceso a la tecnología y quienes no. “Por un lado, están quienes tienen acceso a los dispositivos, que hasta pueden convertirse en adolescentes desarrolladores de aplicaciones, y los que no, que se da sobre todo en países con sociedades muy empobrecidas. Y otra brecha que también se está viendo es la que depende del momento histórico del nacimiento y la crianza de la persona. Hoy en día, los niños nacidos luego de 2010 están tan hiperconectados desde el nacimiento que las tecnologías de comunicación se convierten en un nuevo estilo de vida. No solo son independientes al generar sus identidades digitales sino que además esperan que sus necesidades y preferencias sean tenidas en cuenta. Es muy probable que se vayan desarrollando como personas mucho más ´visuales´ ya que los videojuegos impulsarán dichas destrezas, mejorando la coordinación ojos-manos y la capacidad de cambiar de tarea con facilidad”, concluyó Terrasa.
Por Silvia Pardo