Por Daniel Armando Vogel. Hola, buen día. Feliz domingo. A 31 años del atentado a la AMIA, todavía Zárate y el país conservan la herida abierta de aquel 18 de julio de 1994: 85 muertos, más de 300 heridos y una búsqueda de justicia que se alarga sin respuesta. Recordamos con respeto, levantamos actas, reservamos silencios oficiales, pero rara vez convertimos esa memoria en un motor de reflexión cívica que prevenga el odio y fomente el compromiso comunitario.
En Buenos Aires y en todo el país, el Hospital Garrahan y la lucha por los derechos de las personas con discapacidad nos confrontan con otra deuda pendiente. Desde las manifestaciones en Plaza de Mayo hasta los reclamos por más presupuesto y equipamiento, queda en evidencia la urgencia de políticas inclusivas. En Zárate, en cambio, la conversación sobre rehabilitación, acompañamiento escolar y accesibilidad suele limitarse a efemérides: aplaudimos al Garrahan desde lejos, pero faltan mesas de trabajo locales y convenios con la Agencia Nacional de Discapacidad.
Después de la conmoción nacional por la muerte de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, en Zárate pensábamos que la violencia juvenil nocturna había tocado fondo, que habíamos aprendido. Sin embargo, cada fin de semana al caer la noche, el temor regresa: grupos de jóvenes se enfrentan en peleas masivas y padres y comerciantes viven con la angustia de no saber hasta dónde llegará la próxima ola de violencia. La inacción de las autoridades y la falta de protocolos claros perpetúan esta zozobra y dejan a nuestra comunidad expuesta al riesgo.
Es hora de romper la dinámica del reproche: si no se hace nada, lo criticamos; y cuando hay medidas, tampoco las apoyamos. Por eso respaldamos sin titubeos los proyectos del intendente Marcelo Matzkin —Registro de Admisión Nocturna; restricciones para esos jóvenes en la obtención de licencias de conducir, becas deportivas y subsidios; y la creación de un fondo afectado para reforzar la seguridad—, porque solo con prevención y sanción daremos un primer paso.
Pero la verdadera transformación arranca en casa, con padres que eduquen con firmeza; continúa en las escuelas, donde se forjan valores de respeto y convivencia; y debe llegar a los espacios de ocio, donde dueños de boliches y organizadores asuman su rol, colaboren con los controles y no incentiven la violencia para aumentar la concurrencia. Definámonos como sociedad: solidaria, responsable y dispuesta a actuar en todas las instancias.
No basta con recordar la AMIA cada aniversario, ni con alzar la voz por el Garrahan los días de protesta, ni con decretar ordenanzas reactivas para la nocturnidad. Debemos transformar la memoria en educación, la crítica en políticas locales de salud y discapacidad, y la queja en un plan municipal de prevención nocturna. Así lograremos que nuestra ciudad deje de ser víctima de su propia inacción y recupere la confianza en el porvenir.
Este domingo también celebramos el Día del Amigo, una fecha entrañablemente argentina, nacida del asombro mundial ante la llegada del hombre a la Luna en 1969. El profesor Enrique Ernesto Febbraro, inspirado por ese gesto de unión planetaria, propuso que el 20 de julio simbolizara los lazos que nos hacen mejores, más cercanos y más humanos.
Desde Multimedios EL DEBATE saludamos a todos nuestros amigos lectores, avisadores y seguidores. Gracias por compartir cada día hace 125 años noticias y reflexiones, críticas y convicciones que nos ayudan a pensar juntos la ciudad que somos y la que queremos. Porque la verdadera amistad no se programa ni se simula: se elige, se cuida y se honra.
Que tenga un muy buen domingo.Feliz Día del Amigo!
AL QUE LE QUEPA EL SAYO…











