TIEMPO DE PADRES, PATRIA Y JUSTICIA

Por Daniel Armando Vogel – Hola, buen día y feliz domingo para todos. Este domingo Argentina celebra el Día del Padre, una fecha para homenajear a las figuras paternas, tanto las presentes como las que nos marcaron, con mensajes, regalos y reencuentros familiares. “Un buen padre vale por cien maestros”, decía Jean-Jacques Rousseau; Gabriel García Márquez apuntaba que “cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre”; y remato con Benjamin Franklin, quien resumió: “Un hermano es un consuelo, un amigo es un tesoro, un padre es ambos”.

Solo dos días más tarde, el martes 17 de junio celebraremos el “Paso a la Inmortalidad” del general Martín Miguel de Güemes, héroe de la Guerra de la Independencia nacido en Salta en 1785. Líder de los gauchos de “Los Infernales”, defendió el norte argentino de las tropas realistas hasta caer herido en combate en 1821, con solo 36 años. Por ley 27.399, cuando el feriado cae entre semana se traslada al lunes anterior: este año pasó al lunes 16, generando un fin de semana largo junto al feriado inamovible del Día de la Bandera el viernes 20 de junio. Es una oportunidad para homenajear a los padres, reflexionar sobre nuestro pasado –y la gesta de quienes forjaron la patria– y trabajar solo tres días la próxima semana.

Pero hoy no podemos dejar de reflexionar sobre el único tema de la semana pasada. La ratificación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner el martes marca un quiebre político: al confirmarse seis años de prisión e inhabilitación perpetua por la causa Vialidad, la Corte Suprema deja claro que ningún líder —por más poder que ostente— está por encima de la ley. Con ello se desarma cualquier versión de un pacto tácito entre la Casa Rosada y la exmandataria, y se reafirma que la Justicia puede actuar con autonomía incluso en un clima de alta polarización y sin importar lo popular o el poder de la persona condenada.

La inhabilitación perpetua funciona como proscripción de hecho: Cristina queda al margen del calendario electoral de 2025 y el peronismo pierde a la figura que durante dos décadas articuló voluntades. La interna del PJ deja de girar en torno a ella y se convierte en una disputa por quién asume su legado. Hoy es incierto si será un moderado capaz de tender puentes o un dirigente dispuesto a radicalizar el discurso de “persecución”.

La sociedad, en tanto, se fractura: unos celebran el fallo como una victoria de la “igualdad ante la ley” y un paso decidido contra la corrupción, mientras otros —los más fanatizados en su figura— lo tildan de lawfare y denuncian un uso político de la Justicia. De ese choque depende el futuro de nuestras instituciones: si afianza la confianza, saldremos fortalecidos; si profundiza la sospecha de revancha, habrá un descrédito generalizado del Estado y la grieta se ensanchará.

En el plano internacional, Argentina gana credibilidad al mostrar que no exime a sus exmandatarios de responsabilidades penales, lo que, según especialistas, puede atraer inversiones y reforzar la relación con organismos multilaterales. Pero queda abierta la pregunta vital, ¿será capaz el sistema político de canalizar el descontento sin caer en atajos autoritarios? Más allá de la condena, lo urgente es fomentar un debate ciudadano sobre la independencia judicial, la calidad de la representación y los límites éticos del poder.

Ya nadie duda, hubo corrupción. CFK es culpable de ello junto a siete funcionarios. Deberán cumplir la pena de prisión, devolver miles de millones de pesos y no podrán ocupar cargos públicos en el futuro.

Que tengan un buen domingo.

AL QUE LE QUEPA EL SAYO…