Por Claudio Valerio – ¿Qué hemos hecho nosotros durante nuestra caminata por la vida? ¿Cual ha sido nuestro propósito espiritual? ¿En que hemos empeñado los talentos que hemos recibimos?
Muchas veces pasamos días, meses y años diciendo que somos buenas personas, pero, nunca brillamos como luz del mundo. Cuando nos invitan a una reuniòn en la empresa, aceptamos con mucho gusto. Cuando nos convidan a un “paseo misionero”, somos los primeros a decir “sí”.
Cuando nos buscan para un festival de helado, una noche de pizza , una cena de enamorados… exultamos de goce y decimos: “Sí, sí, sí”. Y, cuando somos convocados para un día comunitario en la plaza central, o en cualquier lugar… estamos cansados, estamos ocupados; está el dìa muy càlido, está lloviendo, tenemos otros compromisos…
Nuestros corazones están petrificados; nuestras vidas espirituales están petrificadas; nuestra bombilla está sin aceite, apagada y petrificada; nuestra vida está petrificada y asì nuestar vida se torna triste y no podemos ser llamados “buenas personas”.
Yo no querría tornarme piedra, no quiero avergonzarme, no quiero fingir que soy buena persona. Yo estoy vivo, y quiero regocijarme de felicidad, quiero impartir todo de maravilloso que he recibido de la vida. ¿Y usted? ¿Está vivo o ya se petrificó?