Todos los 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una patología multicausal que ha triplicado sus tasas desde 1975 y que aumentó, desde esa fecha, casi cinco veces en el segmento etario de la niñez y la adolescencia, en todo el mundo. Dentro de las enfermedades o afecciones más frecuentes asociadas con el sobrepeso y obesidad están las de carácter metabólico, cardiovascular, respiratorio y digestivo, entre otras.


El 4 de marzo es el Día Mundial de la Obesidad. Especialistas del Hospital Británico explican por qué esta patología es considerada un factor de riesgo y cómo se puede prevenir.

El último Consenso Intersocietario define la obesidad como una “enfermedad crónica, pandémica y multifactorial que se caracteriza por procesos fisiopatológicos que resultan en un aumento del tejido adiposo disfuncional, lo que la asocia con múltiples comorbilidades, y con aumento de la mortalidad. Tiene además la característica fundamental de ser altamente estigmatizante”.

“Existen hábitos que favorecen un desbalance entre el consumo de alimentos de alto valor calórico y la disminución del gasto calórico representado por una rutina sedentaria. Intervienen, además, diferentes condiciones ambientales, sociales, de seguridad alimentaria y de comercialización de los alimentos, además de cuestiones de fondo como la educación y las políticas socio-económicas”, señaló la Dra. Juliana Gomez, especialista en Endocrinología del Hospital Británico.

En la actualidad existen herramientas eficaces y seguras como el tratamiento farmacológico y el tratamiento quirúrgico de la obesidad. “El objetivo de descenso de peso es, fundamentalmente, reducir el riesgo de Diabetes tipo 2 y de mortalidad cardiovascular, mejorando el control glucémico, el perfil lipídico, la presión arterial, las apneas obstructivas del sueño y la calidad de vida de las personas”, explica la especialista.

Así mismo, Natalia Rodríguez, licenciada en Nutrición del Hospital Británico recomienda “tener un abordaje multidisciplinario, contando con profesionales matriculados de las diferentes áreas Clínica, Cardiología, Endocrinología, Gastroenterología, Nutrición y Psicología, y realizar cambios de hábitos de manera progresiva hasta lograr que sean sostenidos en el tiempo, como la actividad física a diario y los hábitos alimentarios saludables”.

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), en la Región de las Américas la obesidad afecta a un 28% de la población adulta. En este sentido, la región tiene la prevalencia más alta de todas las regiones contempladas por la Organización Mundial de la Salud.
“Aunque la obesidad sea una enfermedad multicausal, es importante entender que no se trata de falta de voluntad ni de culpa de las personas que la padecen. Vivimos en un mundo lleno de estímulos visuales, propagandas que incentivan cierto tipo de consumos, en particular para aquellas personas que cuentan con menos herramientas para filtrar y afrontar el medio obesogénico”, señaló el Dr. Miguel Schiavone, Jefe de Hipertensión del Hospital Británico. Un ambiente obesogénico es un conjunto de factores externos que rodean a una persona o un grupo de personas y que pueden conducir a la obesidad.

En 2014, la PAHO aprobó el Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia, a través del cual se insta a los países de la región a aplicar políticas fiscales, como impuestos sobre las bebidas azucaradas y los productos de alto contenido calórico y bajo contenido nutricional, así como la reglamentación de la publicidad y el etiquetado de los alimentos, el mejoramiento de los ambientes escolares de alimentación y la actividad física, o bien la promoción de la lactancia materna y la alimentación saludable.

“Usualmente se desestiman algunos riesgos que conlleva la obesidad. Cada uno es responsable de su cuerpo y de lograr las metas para estar saludable y sentirse mejor. Para que todo esto se concrete con éxito, es necesario un abordaje multidisciplinario que involucre un equipo tanto de salud como de políticas públicas. Sobre este último punto, en Argentina, se ha logrado un gran avance con la Ley de Etiquetado Frontal, que si bien no es la esencia del problema, es un inicio de acción”, agregó el Dr. Schiavone.

La obesidad se asocia a factores de riesgo cardiovascular como hipertensión arterial, intolerancia a los hidratos de carbono, diabetes mellitus tipo 2, dislipemia y arteriosclerosis e hiperuricemia y gota. Actualmente, el 42% (135.000 al año) del total de las muertes se produce por enfermedades cardiovasculares relacionadas con los factores de riesgo antes comentados, lo que da cuenta de la importancia del problema.

Además, estudios como el Framingham y el Build and Blood Pressure Study han demostrado que la obesidad es un factor de riesgo independiente en el padecimiento de enfermedad cardiovascular, y que la distribución regional de la grasa tiene una gran importancia en cuanto a las muertes de origen cardíaco.