Por Claudio Valerio – Abrimos nuestros corazones para amar, no porque somos forzados a eso, pero porque queremos hacer eso y es una decisión que trae paz y felicidad. Aceptamos amar y ser amados, no porque somos fuertes y espirituales, pero sí porque somos flacos y soñadores y porque anhelamos la
realización de una vida enfocada al amor y la familia.
Muchos piensan que el amor es para algunos, para los que quieren disfrutar la juventud, para los que sueñan con los placeres mundanales, para los que no son viejos, aún cuando tengan poca edad... ¡Cómo están engañados!
Muchos piensan que amar es para los que sí quieren tener una juventud viva y feliz, disfrutar el máximo de los placeres que la vida ofrece, caminar en el mundo sin dejar que el mundo los destruya, poder mirar para la cima y para bajo, para el frente y para detrás, y poder sonreír y cantar, bailar y ser feliz... ¡Están verdaderamente ciertos!
El amor no entra en nuestros corazones para sacarnos la vida y sí para darnos la mejor vida posible. Es la Vida y nadie puede enseñarnos a vivir mejor que con el. Caminamos seguros, sonreímos nosotros, cantamos con otros, nos motivamos a jamás desistir de la victoria... ¡Como es bueno tener el amor en nuestro corazón como Amigo y Compañero!
La vida nos lleva a tomar decisiones, en las que algunas veces acertamos y otras erramos; pero, hay una que no podemos errar: recibir al amor como sanador. Ésa es la mejor de todas nuestras decisiones.