Especialistas detallaron en diálogo con Télam que “el etiquetado frontal es más efectivo en los productos falsamente percibidos como saludables, como un yogur”, y destacaron que “algunas industrias cambiaron la composición de productos para que no tengan octógonos”. 

Foto: Carlos Luna

Las empresas están reformulando la composición nutricional de algunos de sus productos, sobre todo aquellos que los consumidores “perciben como saludables”, a partir de la implementación de la Ley Nacional de Etiquetado Frontal Nº 27.642, que advierte sobre los excesos de grasas, sodio y azúcares en los alimentos, señalaron especialistas en nutrición.

Andrea Graciano, matriculada en el Colegio de Nutricionista de la provincia de Buenos Aires, sostuvo en diálogo con Télam que “la industria láctea empezó a reformular productos” y comenzaron a “aparecer yogures u otros lácteos sin sellos”.

La nutricionista consideró que “el etiquetado frontal es más efectivo en los productos falsamente percibidos como saludables, como un yogur. De repente con la ley encontramos que tienen 1, 2 o tres sellos” y remarcó que “las ventas de estos productos en otros países cayeron, lo que es muy bueno para la salud pública”.

“En México la ley de etiquetado es obligatoria desde octubre de 2020, y en noviembre de ese año las transnacionales anunciaron que iban a reformular entre el 50 y el 80% de su cartera de productos”, subrayó.

Graciano observó que “en Argentina empieza a aparecer esto de a poco y la ausencia de sellos pasa a ser una estrategia de marketing”, aunque aclaró que no está cuantificado “cuántos productos se reformularon”.

“El etiquetado frontal es más efectivo en los productos falsamente percibidos como saludables, como un yogur”

Andrea Graciano 

Por su parte, la secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Sandra Tirado, destacó que “algunas industrias cambiaron la composición de productos como panes, yogures y postres lácteos para que no tengan octógonos”.

En ese sentido, recalcó que las firmas que “pidieron prórrogas, pero que ya cumplieron su periodo, también cambiaron la composición y algunas están en ese proceso. Ahora el producto tiene algún octógono y es posible que dentro de un tiempo no lo tenga”.

Sobre los cambios de hábitos, la funcionaria del Ministerio de Salud aclaró que prevén realizar encuestas para conocer “fehacientemente” la situación y añadió que a través de las redes sociales se tiene conocimiento de que “hay personas que supieron que algunos productos en realidad no eran light y dejaron de consumirlos”.

“Productos que figuraban como light ahora tienen sellos, por lo cual no pueden tener ningún nombre que diga ‘light’ o ‘bajar de peso’. Sólo pueden tener los octógonos”, aseguró.

Graciano explicó que en otros países que avanzaron con estos marcos regulatorios se vio que frente a una población que tiene en cuenta información nutricional y transforma sus decisiones de compra, la demanda es hacia productos sin sello, lo que genera que la industria alimentaria reformule y empiece a bajar los niveles de sodio, azúcar y grasas.

“Con los sellos, las empresas no pueden poner en los envases ninguna información nutricional adicional como frases que decían ‘con menos grasa’, por ejemplo”, recordó.

Expresó que “el etiquetado frontal se considera la puerta de entrada a distintas políticas públicas que lo que buscan es transformar los entornos porque estamos inmersos en entornos no saludables que propician el consumo de productos ultraprocesados”.

“Es necesario transformar los entornos escolares, laborales, de comercialización, incluso los puntos de venta minorista”, alentó.

Mónica Katz, especialista en nutrición e integrante de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), dijo a Télam que “mucha gente se está sorprendiendo de que algo que pensaban que era saludable no lo es tanto, y al revés también”.

“Lo mejor que tiene el etiquetado es que está generando reformulación de los productos por parte de la industria”, resaltó.

Foto: Carlos Luna

Añadió que los profesionales de la salud buscan cambios en los comportamientos para frenar la obesidad, la diabetes tipo 2 o la enfermedad cardiovascular y criticó que “falta información” y campañas “que digan que lo etiquetado está envasado” y recuerden “que el producto equivalente suelto (como puede venderse en otro tipo de comercios) no lo tiene, aunque contiene los mismos contenidos de nutrientes críticos”.

La normativa sancionada el 26 de octubre de 2021 también establece la prohibición de publicidad, promoción y patrocinio de los alimentos y bebidas analcohólicas envasadas (gaseosas, artificiales, para diluir, dietéticas, etc) que contengan al menos un sello de advertencia dirigida a niños, niñas y adolescentes.

La Fundación Interamericana del Corazón (FIC) realizó un relevamiento en la ciudad de Buenos Aires durante enero y febrero sobre 105 productos y registró los mayores incumplimientos en los alimentos en las góndolas porque “el sello no está visible”.

“Otro incumplimiento son las promociones asociadas a productos que tienen sellos, como por ejemplo descuentos. Además, más del 30% de los productos relevados tienen mal colocados los octógonos o son más chicos de lo que deberían ser”, añadió.

Leila Guarnieri, especialista del FIC, consideró de vital importancia la ley porque “hay un problema de malnutrición en la Argentina. La última encuesta de nutrición y salud reflejó que 7 de cada 10 adultos tiene exceso y en niños, niñas y adolescentes 4 de cada 10”.

“El patrón alimentario en general es inadecuado. Hoy lo que más consumen los niños, niñas y adolescentes son alimentos ultraprocesados y sólo el 20% de las frutas y verduras”, advirtió.

POR DIEGO OTONDO (TÉLAM)