Un relevamiento realizado en Estados Unidos analizó además el impacto en la salud y las mejores estrategias para un despertar renovado.

La Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés) reveló que las mujeres tienen una mayor propensión a enfrentar dificultades para conciliar y mantener el sueño.

Según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS), un 40% de la población mundial tiene problemas para conciliar el sueño y hay más de 100 trastornos diferentes que causan inconvenientes en el descanso.

Así lo explicaron además desde la Biblioteca de Medicina de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), siendo que estas manifestaciones impactan de manera diferente dependiendo del género, de acuerdo a recientes investigaciones.

“Para explorar asociaciones actuales entre el sueño y los síntomas depresivos, la NSF administró la encuesta de nueve preguntas a una muestra representativa de la población estadounidense que fue diseñada para incluir aproximadamente a 1.000 adultos. Las mujeres mostraron una asociación negativa más fuerte entre la participación en comportamientos y niveles de síntomas depresivos que los hombres”, postularon en el relevamiento.

Esta dinámica “puede originarse en la pubertad y persistir a lo largo de la vida adulta”, analizó en The New York Times la doctora Fiona Baker, directora del Programa de Investigación del Sueño del instituto SRI International, quien publicó los hallazgos sobre esta situación que fueron avalados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés).

De acuerdo a Baker, durante los años reproductivos, las fluctuaciones hormonales asociadas al ciclo menstrual pueden desencadenar síntomas como ansiedad, depresión, cólicos e hinchazón mamaria, los cuales afectan la calidad del sueño.

En la misma línea, Shelby Harris, profesora adjunta en la Escuela de Medicina Albert Einstein, añadió que el embarazo “también puede ser un desencadenante, en especial durante el primer y tercer trimestre, debido a síntomas como náuseas, frecuencia urinaria y ansiedad”.

Además, el cuidado de un recién nacido puede alterar aún más el patrón de sueño de la madre. “Los cerebros de las mujeres están entrenados para escuchar a su hijo, lo que puede conducir a un patrón de hipervigilancia y capacidad de respuesta y en consecuencia dificultar el sueño”, explicó la especialista.

En tanto, las hormonas juegan un papel crucial durante y después de la menopausia. “Hasta el 80% de las mujeres comienzan a tener sofocos en la etapa de la perimenopausia y que pueden durar de manera indefinida. Y para alrededor del 20% de las mujeres, estos síntomas de sofocos son tan frecuentes que pueden interrumpir su descanso”, resaltó la experta.

Las mujeres posmenopáusicas también tienen un mayor riesgo de desarrollar apnea obstructiva del sueño, una condición en la que la respiración se interrumpe brevemente durante la noche, según Baker; quien sugirió que el aumento de peso relacionado con la menopausia y el envejecimiento también pueden influir en el desarrollo de esta condición.

Para lograr un sueño de mejor calidad, los especialistas sugieren seguir una rutina constante de descanso, no consumir comidas copiosas, cafeína o alcohol previo a ir a la cama, y reducir el uso de dispositivos electrónicos al menos 45 minutos antes de dormir. Además, enfatizan que, a pesar del volumen de tareas, quienes cumplen obligaciones académicas deberían abstenerse de las largas jornadas de estudio nocturno y, en cambio, organizarse con tiempo y asegurarse de dormir bien la noche previa a los exámenes o periodos de aprendizaje.

De acuerdo con la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño, para dormirse rápidamente y evitar el insomnio es esencial mantener un horario de sueño regular, levantándose a la misma hora todos los días y asegurándose de dormir entre 7 y 8 horas. Si no se logra dormir en 20 minutos, es recomendable levantarse y hacer una actividad tranquila, evitando la exposición a dispositivos electrónicos. (DIB)