Por Daniel A. Vogel | DIRECTOR – Todos esperábamos este partido. Escribí, ni bien se supo la final algo así: “Con las felicitaciones para ambas instituciones, cuerpos técnicos, equipo de jugadores e hinchadas, seamos pues capaces de demostrar y demostrarnos en estas hermosas finales que nos esperan primero, para nosotros mismos los que todos los días coincidimos en la vida, luego a nuestros nacionales de otros equipos o los anti fútbol y, por lógica, también al mundo que Boca y River, River y Boca son capaces de disfrutar sin violencia y con un fanatismo racional, este irrepetible evento futbolístico.
Que gane el mejor; obviamente yo quiero que sea mi River, pero me comprometo que respetaré a muerte, ya que esto es sólo fútbol y que este maravilloso deporte siempre da revancha, que también puede ganar tu Boca.
Qué viva el Fútbol Señores…
Que vivamos este Hiper Clásico del Fútbol de Argentina, con respeto y dignidad. Que sea una gran Justa Deportiva y GANE EL MEJOR”.
Fue un simple e ingenuo deseo, porque ganaron los PEORES.
Ganaron los malos, los que meten miedo y los que la fiesta, no quisieron.
AL QUE LE QUEPA EL SAYO...