La entrada al local resulta demasiado teatral, e incluso artificiosa. Una pared de la típica piedra gris irlandesa con la parte alta almenada y unas medievales antorchas de hierro forjado. Si el visitante acude tras el anochecer, comprobará que se encienden con fuego real.
El rótulo con el nombre del local, como no podía ser de otra manera en Dublín, capital de Irlanda, lleva una de las clásicas tipografías de origen céltico y dice: The Brazen Head. Aunque podría presumir más de ello, este pub se limita a tener un discreto rótulo en la pared que informa que se trata del local de gastronomía más antiguo del país. Se puso en marcha en el año 1198 como posta de diligencias, y desde entonces no ha dejado de servir cervezas: más de ocho siglos.
Quienes dirigen el Brazen Head tienen la decencia de reconocer que no saben si se conserva un solo elemento del bar original. Lo cierto es que el pub está amueblado a la manera clásica irlandesa; uno le daría tranquilamente al menos un par de siglos basándose en la madera oscura de los muebles o en lo bruñido de la barra, sobre cuyo tablero han goteado millones de coronas de la espuma rebosante de las pintas.
Uno de sus actuales propietarios, John Hoyne, incluso bebió en el Brazer Head su primera cerveza “oficial”, cuando celebró en él sus 18 años. Hoyne heredó la tradición y el amor por los pubs de su padre, que dirigía otros locales en la ciudad.
Si se desea apreciar el sabor más auténtico del sitio, es mejor acudir cualquier día laborable por la mañana, cuando en la barra están acodados parroquianos que parecen salidos de un set cinematográfico: señores pelirrojos de nariz bermeja ataviados con chaquetas de tweed que aceptan conversación al primer intento.
Por las noches –especialmente fines de semana– la clientela cambia, y gente de todas las edades llena el pub para asistir a alguna de las sesiones de música en vivo que se organizan con frecuencia, y aprovecha para cenar o escuchar los cuentos tradicionales que se recitan periódicamente.
Es claro que la longevidad inmobiliaria de los negocios relacionados con el alcohol gozan de una tradición prodigiosa en la ciudad. Los lugares más visitados por los turistas no son ni las dos catedrales (una católica y una protestante), ni el Trinity College, ni el parque Saint Stephen’s Green, sino los locales de la cervecería Guiness. Su fundador, Arthur Guiness, tuvo la idea de firmar un contrato de alquiler a mitad del siglo XVIII por 45 libras, una cantidad notable para la época.
The Brazen Head está en 20 Lower Bridge St, Merchants Quay, Dublin. Abre todos los días desde las 10.30 hasta la medianoche.