Por DANIEL ARMANDO VOGEL – Hola, buen domingo. Ha sido una semana de dolor. El mundo se conmovió con la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, nuestro connacional Jorge Mario Bergoglio, ocurrido el lunes 21 de abril a los 88 años debido a un derrame cerebral. Su cuerpo fue expuesto en la Basílica de San Pedro, donde miles de fieles acudieron a despedirlo. El funeral se llevó a cabo este sábado 26 de abril, marcando el fin de una era para el primer papa argentino. Repasemos los días vividos y su entorno.
Esta semana que pasó, la Iglesia Católica vivió un momento de profunda reflexión con la partida de Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco. Su fallecimiento, que conmovió tanto a fieles como a líderes de diversas comunidades religiosas, se convirtió en una oportunidad para repasar los 12 años de un papado lleno de cambios radicales y debates intensos. Francisco, el primer pontífice sudamericano y jesuita no europeo, se destacó por su cercanía a los más vulnerables y por promover un diálogo interreligioso que buscaba conectar diferentes culturas y religiones bajo un espíritu de inclusión.
Durante su mandato, Francisco impulsó reformas destinadas a modernizar la estructura del Vaticano y promovió una visión de la Iglesia comprometida con la justicia social y ambiental, plasmada en documentos como Laudato Si’. Sin embargo, estas iniciativas también generaron polémicas. Su interpretación flexible de temas como el divorcio y la acogida de la comunidad LGBTQ+ provocaron cuestionamientos sobre la fidelidad a la doctrina cristiana tradicional. Además, su manejo de casos sensibles, especialmente aquellos relacionados con corrupción y abusos dentro de la institución, renovó el debate interno sobre la necesidad de una transformación profunda en la Iglesia.
Los homenajes y ceremonias celebrados, tanto en Roma como en Argentina, su tierra natal, son testimonio del legado de un papa que transformó tanto la imagen como el accionar de la Iglesia. A pesar de las controversias, la vida y obra de Jorge Mario Bergoglio continúan impulsando una discusión global sobre el papel de la espiritualidad en la sociedad contemporánea. Su legado dejó un camino marcado por la esperanza y los debates que reconfiguran el futuro de una institución, que ante la pérdida de credibilidad y de fieles, está ahora en la búsqueda de equilibrio entre tradición y renovación.
En Argentina, su ausencia física como pontífice no será fácilmente perdonada. El viaje oficial de Bergoglio a su país natal nunca se concretó, principalmente para evitar que su figura se viera atrapada en la intensa polarización política del país. Aunque siempre expresó un profundo afecto y nostalgia por su tierra, el Papa optó por mantener su misión universal y evitar que su presencia se utilizara como instrumento partidario. Esta decisión buscó prevenir que su imagen se transformara en un “trofeo” político, considerando que cualquier visita oficial podría haber exacerbado las divisiones ideológicas -la grieta- y desvirtuado su mensaje espiritual.
En la historia reciente del papado, la experiencia de Francisco es inusual. Sus predecesores, como Juan Pablo II y Benedicto XVI, visitaron sus países de origen (Polonia y Alemania, respectivamente) poco después de su elección, reforzando sus vínculos con los fieles y la cultura de sus naciones. Esto contrasta con la situación única que enfrentó Francisco en Argentina.
Algunos optan por eximirlo de responsabilidad por este viaje nunca concretado, aunque sobrevoló el país en su visita a Chile. Sin embargo, desde su partida en 2013 para liderar a más de 1.400 millones de católicos, no hizo mucho esfuerzo por despegarse de su simpatía política, intentando mostrarse neutral en la grieta que, mucho antes de ser papa, ya reinaba impulsada por su sector político reconocido desde su cuna natal.
Lo cierto es que su viaje y la gran oportunidad pastoral de unir a sus hermanos en el país donde nació se truncaron. En nuestra realidad, tal vez la historia se habría escrito de manera distinta. Pero ya fue. Francisco y Argentina perdieron una oportunidad histórica que difícilmente nuestra generación y muchas más volverán a ver: un Papa argentino sentado en el Vaticano, el Papa del fin del mundo.
Aunque en lo personal y referido a la espiritual, tenga muchas diferencias con “su legado”, fue un argentino que sobresalió las fronteras del país, donde perdió.
A todos, feliz Día del Trabajo el próximo jueves 1º de mayo. Que tengas un buen domingo.
AL QUE LE QUEPA EL SAYO…